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España España · Castellón de la Plana
Voto de mnemea:
6
Drama Bajo el opresivo régimen talibán, la madre de una muchacha de 12 años, médico de profesión, pierde su empleo en un hospital y las dos mujeres, así como la abuela, se convierten en auténticas prisioneras en su propia casa, ya que no pueden abandonarla sin un «acompañante legal» y tienen prohibido trabajar fuera para ganarse la vida. La madre y la abuela urden un plan: le cortarán el pelo a la chica y cambiarán su indumentaria, para que ... [+]
10 de junio de 2009
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La naturaleza es tremendamente injusta cuando queda en manos de los hombres. Yo puedo generalizar, utilizar esa palabra para referirme a hombres y mujeres, yo le otorgo el equilibrio a la palabra, es más, puedo aportar todas las incoherencias que crea necesarias aquí, hablando de lo que es una película, que trata lo que es una realidad austera y excesivamente cruel.

Pero cuántas lágrimas se han derramado a lo largo de la historia, a lo ancho de los continentes, porque el neo nato fuese una niña. Una desgracia de la naturaleza, ante la creencia que la mujer no sirve para nada. La deshonra de quien no pidió nacer, la infelicidad antes de conocer la existencia de la palabra. La nulidad y la servidumbre de por vida. Porque aunque resulte increíble es cierto, siguen quedando demasiados lugares en los que la mujer es menos que nada, un lastre utilizado por necesidad y vejado por capricho, un mundo donde los hombres, esta vez sólo hombres, tienen derecho sobre todo y todos, el miedo es el pan y las pocas lágrimas que queden son el vino.

Si en Afganistán las mujeres no pueden moverse de sus hogares sin la presencia de un hombre, qué pueden hacer tres mujeres abandonadas por la suerte... queda ocultar la verdadera esencia como ser humano, degradarse a ser quien no se quiere y dejar la infancia de lado, porque en ese mundo poco vale el derecho, nadie merece nada, y la vida es poco menos que una maldición. La película la centro en tres imágenes, los pies en la bicicleta, la trenza en la maceta, la elección del cerrojo.

Ser mujer en un mundo de hombres se asemeja a nacer parásito, suena triste, es vacío, suena a perdición, pero es lo que se nos muestra, un sufrimiento atroz, es como serrar todos los días una parte de tu cuerpo y posarla en una mesa, para no olvidar esos trozos, que ya no te pertenecen pero siguen doliendo, hasta que solo quedan unos ojos que se miran a una misma despedazada en el otro extremo de la habitación. Porque esa niña, despojada de su pequeño círculo de seguridad, no hace otra cosa que sufrir, por cada pequeña muestra que delata su verdadera identidad.

No me preocupa conseguir la igualdad de sexos, porque ya resulta difícil conseguirlo con los seres cercanos sin importar su condición. Lo único que ocurre es que no consigo olvidar a esa mujer que mostraba sus pies hasta el momento en el que la voz de un hombre increpaba esa actitud, a él le insultaba su presencia, mientras ella iba tapando sus pies semi desnudos, hasta que la mujer desaparecía para siempre. Ya no era nadie. Nunca había existido, esa tela de burka mostraba el vacío, un muro de contención que escondía un humano, una mujer, que sin oportunidad alguna, perdía para siempre. Esto duele. Maldito arcoíris, nunca llueve cuando se necesita que la gente adopte la imagen necesaria para sobrevivir en el mundo en el que le tocó vivir.

Seguiré sin entender por qué aquí es suerte ver esta ficción y allí es una mala jugada del destino vivir esa realidad.
mnemea
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