Media votos
6,1
Votos
4.587
Críticas
263
Listas
47
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de mnemea:
7
1996
6,9
808
Animación. Comedia. Fantástico. Drama
Una serie de personajes dan rienda suelta a sus inimaginables placeres carnales haciendo referencia a Freud o El marqués de Sade, y haciendo uso de la masturbación, fetichismo, bestialismo, etc. (FILMAFFINITY)
12 de enero de 2010
8 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me lanzo al abismo, el fin de esta película y rescato a los asesores profesionales que aparecen citados tras la pantalla negra. Leopold Sacher-Masoch, el marqués de Sade, Sigmud Freud, Luis Buñuel, Max Ernst, Bohuslab Brouk. Ellos y el juego, ellos y la inspiración, ellos y la autocomplacencia.
Me desvío por un atajo al inicio, las litografías carnales que argumentan la futura inquietud del cuerpo, la imaginación y el conocimiento.
Queda el sendero, la vida de hombres y mujeres que viven en su intimidad y materialización el placer personal. Personajes enlazados por el absoluto mutismo abren un abanico completo de interrogantes, pues cada uno de ellos esconde pasiones irrevocables y difíciles de comentar con palabras propias, para sentir o gozar en álgidos momentos de expresión.
Los objetos van cobrando vida completa mientras los hombres minimizan su control para dejar paso a sus íntimos e ínfimos deseos, necesidades básicas recompensadas con estrambóticos métodos y utensilios.
Nos encontramos con atrevidos pasajes en un camino de imaginativas y poco convencionales situaciones. De nuevo Svankmajer juega con el protagonismo de los objetos muertos dotándoles de personalidad en una irracional historia con una única base en la que sobra todo contacto dialéctico, vivir para el placer.
Me desvío por un atajo al inicio, las litografías carnales que argumentan la futura inquietud del cuerpo, la imaginación y el conocimiento.
Queda el sendero, la vida de hombres y mujeres que viven en su intimidad y materialización el placer personal. Personajes enlazados por el absoluto mutismo abren un abanico completo de interrogantes, pues cada uno de ellos esconde pasiones irrevocables y difíciles de comentar con palabras propias, para sentir o gozar en álgidos momentos de expresión.
Los objetos van cobrando vida completa mientras los hombres minimizan su control para dejar paso a sus íntimos e ínfimos deseos, necesidades básicas recompensadas con estrambóticos métodos y utensilios.
Nos encontramos con atrevidos pasajes en un camino de imaginativas y poco convencionales situaciones. De nuevo Svankmajer juega con el protagonismo de los objetos muertos dotándoles de personalidad en una irracional historia con una única base en la que sobra todo contacto dialéctico, vivir para el placer.