Sin duda Kieslowski fue un hombre que supo combinar su amor hacia el séptimo arte, un hombre sensible y sobre todo supo combinar esto con una actitud crítica ante la realidad del momento.
Un hombre que sabía hacer unas críticas durísimas al sistema sin que se notasen pero cada película está cargada de tanta fuerza que resulta impresionante ver lo que es capaz de decir con 16 minutos en un corto documental, elige a varias personas de diferentes edades que abarcan un siglo de la historia polaca y sabe que preguntar y mucho mejor, que momentos ha de elegir para poder trasmitir el mensaje que busca comunicar.

El corto documental va desde un niño que no habla hasta una mujer de cien años que ya casi no escucha pero que desea vivir más, además pasa por las personas que viven con la esperanza de un cambio, de que lleguen tiempos mejores, de nuevas ilusiones y algunas personas básicas que se conforman con lo que tienen, de todo habla este documental, o mejor dicho de todo hablan los polacos que sueñan con un mundo mejor y Kieslowski sabe como manejar su cámara y en que momento hay que dejar hablar al pueblo y que hay que preguntar aunque Kieslowski sabe que es lo hay que seleccionar para que el espectador reflexione tremendamente sobre cada personaje en concreto y sobre el conjunto.

Un corto documental sencillo pero complejo, es simplemente el cine de Kieslowski, complejo y sabio al mismo tiempo, sin duda una de las figuras más importantes del cine.