Hay pocas primeras buenas partes que son merecedoras de una segunda parte pero Rocky lo pide a gritos, sin duda, era necesaria una segunda parte.
Tras el inesperado éxito de la primera parte, le seguirá una segunda parte y por lo tanto un gran éxito de taquilla, todo el mundo quería seguir viendo al buenachón de Rocky en los barrios bajos de Filadelfia.
La segunda parte no aporta nada nuevo a la primera pero podríamos decir que es una continuación perfecta pues la película empieza donde acabó la anterior, en el ring y con el deseo de ver este segundo combate.
Podremos ver la evolución de Rocky a medida que va entrando en la fama pero a pesar de eso podrá ver que no será fácil.
Como bien dije en la crítica, Rocky va más allá del mundo del boxeo, es del alma de este luchador del que se habla, un hombre que ama su mundo y no le importa recoger cubos de saliva con tal de sentir el ruido y aroma del ring.
La película tiene frases memorables y memorable es la relación de amor entre Rocky y Adrian, una relación de amor que se llevará hasta el final de la saga, un ejemplo de como el amor es que el mueve montañas y en este caso será el amor entre ellos el que servirá para poder ganar el combate final.
Stallone se adentra en el mundo de un hombre incapaz de luchar sin motivación, veremos como el amor será el motor de lucha de este boxeador; como bien he dicho antes, la película va mucho más lejos que una simple lucha en el ring, Rocky, es una historia mucho más profunda.
Quizás sea este el final de la saga, desgraciadamente las siguientes partes deformarán la historia original.