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Voto de Alhy Wood:
6
7,7
51.144
Bélico. Drama
En lo más crudo de la Primera Guerra Mundial, dos jóvenes soldados británicos, Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman) reciben una misión aparentemente imposible. En una carrera contrarreloj, deberán atravesar el territorio enemigo para entregar un mensaje que evitará un mortífero ataque contra cientos de soldados, entre ellos el propio hermano de Blake.
23 de enero de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos programadxs para empatizar con el horror. (Casi) ningunx de lxs presentes ha vivido una guerra y cuando esta se nos muestra en toda su terrorífica y despiadada crudeza, solo unos rasgos psicopáticos podrían evitar el contagio emocional. 1917 va directa a las tripas, sin ningún tipo de misericordia, tomando como uno de sus desvíos el corazón. La cabeza, la tercera diana, es lo de menos. Lo importante es la experiencia.
Y lo consigue. Desde el primer segundo la inmersión es absoluta. Estos dos jóvenes soldados protagonistas, de los que apenas sabemos nada, nos caen bien desde el principio (¿cómo no hacerlo si a uno de ellos se le ilumina el rostro al saber que su amada perrita ha tenido cachorros?). Es espectáculo visual es tan apabullante, que bloqueamos la suspensión of disbelief cuando a los inexpertos y algo pardillos muchachos se les asigna una misión suicida de la que dependen nada menos que 1.600 vidas. ¿Qué más da ese pequeño WTF? cuando el barro te llega a las rodillas, tiritas de frío, hueles la pestilencia de los cadáveres y te rodea un ejército de ratas casi tan implacable como el enemigo?
[A partir de aquí, sigue en la spoiler zone con más momentos destripados de 1917 que cortes del falso plano secuencia del film].
Y lo consigue. Desde el primer segundo la inmersión es absoluta. Estos dos jóvenes soldados protagonistas, de los que apenas sabemos nada, nos caen bien desde el principio (¿cómo no hacerlo si a uno de ellos se le ilumina el rostro al saber que su amada perrita ha tenido cachorros?). Es espectáculo visual es tan apabullante, que bloqueamos la suspensión of disbelief cuando a los inexpertos y algo pardillos muchachos se les asigna una misión suicida de la que dependen nada menos que 1.600 vidas. ¿Qué más da ese pequeño WTF? cuando el barro te llega a las rodillas, tiritas de frío, hueles la pestilencia de los cadáveres y te rodea un ejército de ratas casi tan implacable como el enemigo?
[A partir de aquí, sigue en la spoiler zone con más momentos destripados de 1917 que cortes del falso plano secuencia del film].
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Decides que quieres seguirlos hasta donde quieran llevarte (Mendes, darling, take me with you!). Sin embargo, comienzan a ocurrir cositas, decisiones de guión, cuanto menos, cuestionables, y la suspensión de incredulidad comienza a ceder hasta, finalmente, caer de bruces al suelo. Y para cuando quieres darte cuenta, los soldados pringadillos ya se han convertido en superhéroes, pueden evitar las balas con más pericia que Neo (¡qué mala puntería tienen los soldados alemanes, incluso disparando de frente, por el amor de Yoda!) y sobreviven a aguas turbulentas y derrumbamientos letales con polvo en los ojos como única secuela.
Y, por si esto no fuera suficiente para escapar del film del prestigioso director británico, más veces de las que nos gustaría, descubrimos que el espectacular y cacareado plano secuencia, irónicamente, juega en contra del propio film. Resulta imposible no activar un pause interno y maravillarse y cuestionarse cómo habrán planificado tal o cual escena, el talento que se requiere y el tiempo y el trabajazo que les habrá costado (nadie pondría objeciones a que, en la temporada de premios que ya tenemos encima, Mendes y el director de fotografía, Roger Deakins, se lo llevaran todo). Y cuando esto ocurre muy a menudo, sabes que el guión ha fracasado. Estrepitosamente. Y es que el film debería ser tan insoportablemente inmersivo y atraparte por las tripas con una garra de hierro tan brutal, que los aspectos técnicos resultasen secundarios (al menos, en un primer visionado) y no eclipsasen continuamente a la historia. Pero no. El continente se come al contenido en todo momento. Con patatas.
Antes del desenlace del film, nos encontramos con una escena, absolutamente efectista y bochornosa, que no aporta nada al guión salvo redundar en la pornografía emocional a la que hemos sido sometidxs durante todo el metraje. Uno de los soldados se topa con una joven francesa y un bebé de padres desconocidos. En presencia la una del otro, aflora su humanidad, lo mejor de si mismxs. Casi suenan violines. El chico no tiene ni un nivel básico de francés y ella apenas chapurrea el idioma de Shakespeare, pero, muy oportunamente, comprenden sin ninguna dificultad exactamente las palabras mágicas que facilitan la comunicación y que nos llevarán al destino final del protagonista (insultante para cualquiera que, alguna vez, haya estudiado idiomas). Y es aquí, en este encuentro, cuando, para quien escribe esta crítica, la película se derrumba completamente, porque aglutina todo lo malo y tramposo que ya lastraba el guión.
Y ya ni pestañeamos cuando el invencible protagonista parece salido de un videojuego o un film de Marvel y sobrevive a lo imposible. Ya en el campamento final, mientras un tipo canta antes de la batalla, en una suerte de canto del cisne, como espectador/a, no sientes nada. No te conmueves. Puede que derrames alguna lagrima en su tramo final, pero lo haces también con la rabia y la dolorosa certeza de que son injustamente robadas.
Don’t play it again, Sam…
P.S. Tiene cierta guasa que dos jóvenes pertenecientes a familias rivales en GoT (un lobo y un león, para ser exactos), se conviertan en hermanísimos por obra de gracia de 1917.
ifyouneedmewhistle.wordpress.com
*
Y, por si esto no fuera suficiente para escapar del film del prestigioso director británico, más veces de las que nos gustaría, descubrimos que el espectacular y cacareado plano secuencia, irónicamente, juega en contra del propio film. Resulta imposible no activar un pause interno y maravillarse y cuestionarse cómo habrán planificado tal o cual escena, el talento que se requiere y el tiempo y el trabajazo que les habrá costado (nadie pondría objeciones a que, en la temporada de premios que ya tenemos encima, Mendes y el director de fotografía, Roger Deakins, se lo llevaran todo). Y cuando esto ocurre muy a menudo, sabes que el guión ha fracasado. Estrepitosamente. Y es que el film debería ser tan insoportablemente inmersivo y atraparte por las tripas con una garra de hierro tan brutal, que los aspectos técnicos resultasen secundarios (al menos, en un primer visionado) y no eclipsasen continuamente a la historia. Pero no. El continente se come al contenido en todo momento. Con patatas.
Antes del desenlace del film, nos encontramos con una escena, absolutamente efectista y bochornosa, que no aporta nada al guión salvo redundar en la pornografía emocional a la que hemos sido sometidxs durante todo el metraje. Uno de los soldados se topa con una joven francesa y un bebé de padres desconocidos. En presencia la una del otro, aflora su humanidad, lo mejor de si mismxs. Casi suenan violines. El chico no tiene ni un nivel básico de francés y ella apenas chapurrea el idioma de Shakespeare, pero, muy oportunamente, comprenden sin ninguna dificultad exactamente las palabras mágicas que facilitan la comunicación y que nos llevarán al destino final del protagonista (insultante para cualquiera que, alguna vez, haya estudiado idiomas). Y es aquí, en este encuentro, cuando, para quien escribe esta crítica, la película se derrumba completamente, porque aglutina todo lo malo y tramposo que ya lastraba el guión.
Y ya ni pestañeamos cuando el invencible protagonista parece salido de un videojuego o un film de Marvel y sobrevive a lo imposible. Ya en el campamento final, mientras un tipo canta antes de la batalla, en una suerte de canto del cisne, como espectador/a, no sientes nada. No te conmueves. Puede que derrames alguna lagrima en su tramo final, pero lo haces también con la rabia y la dolorosa certeza de que son injustamente robadas.
Don’t play it again, Sam…
P.S. Tiene cierta guasa que dos jóvenes pertenecientes a familias rivales en GoT (un lobo y un león, para ser exactos), se conviertan en hermanísimos por obra de gracia de 1917.
ifyouneedmewhistle.wordpress.com
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