Rosario Tijeras es, sin dudas, todo un ejemplo para cualquier mujer del mundo. Luego me dirán que sí, que es un ejemplo, porque con todas las atrocidades que ha vivido ha logrado salir hacía delante y todas esas cosas. Pues claro que sí. Un ejemplazo. Luego la tía se despelota ante el primer tío que se encuentra en la discoteca, se quiere follar al mejor amigo del tipo que se tira, se mete más coca que Robert Downey Jr. en sus buenos años y mata porque las compañías que tiene a su alrededor son personas admirables. Sin ninguna duda una mujer que es un modelo a seguir. Vamos, hasta estoy pensando en hacerme transexual solo para hacer lo mismo que ella.

La verdad es que “Rosario Tijeras” es todo lo que he citado en el primer párrafo. Follisqueo, drogadicción y un par de asesinatos a cada cual más demencial. No hay absolutamente nada más en su “genial argumento”. Vamos, que hasta el mismísimo Akiva Goldsman (guionista de joyas del calibre de “El código Da Vinci”, “Batman Forever” o “Perdidos en el espacio”) podría haber escrito un guión muchísimo mejor.

Una memez, una tonteria bien gorda tan tópica como aburrida, con actores realmente malos en el que destaca la protagonista solo por el mero hecho de despelotarse unas cuantas veces y en que Unax Ugalde da toda una lección de cómo no debe interpretar un actor si no quiere luego llevarse las iras de rizzo, y con una dirección tan plana como tremendamente efectista.

Vamos una de esas que no hay que ver, ni siquiera un domingo por la tarde. Preferiría antes comerme la comida de mi (famoso) gato y que la gente fuera diciendo eso de “El aliento de rizzo huele a comida de gato” o tragarme todos los programas del corazón seguidos.