Adam Sandler vuelve a las pantallas con una colaboración con Drew Barrymore, en una comedia romántico/familiar dirigida por Frank Coraci realizador con el que ha coincidido en más de una ocasión.

Vaya por delante, que lo que ofrece el film, no es en realidad demasiado diferente a lo que estamos acostumbrados: Sandler interpreta a un padre de tres hijas, y Barrymore a una madre de dos ñiños, que pese a una desastrosa cita a ciegas, el azar (o el guión) les lleva (o les obliga más bien) a pasar unos días en tierras africanas, en unas vacaciones para familias (cito textualmente) "arrejuntadas". Allí pasará lo que tiene que pasar en este tipo de películas.

Quizás lo más interesante del film es comprobar el paso del tiempo en la pareja protagonista. Tras varias colaboraciones en las que ejercían de "jovenes", ambos actores han llegado a una edad en la que ya no pueden interpretar según que papeles. De modo que en este film tienen que asumir roles más maduros como el padres o madres de familia que además por diversas circunstancias de la vida les ha tocado ejercer en solitario. Teniendo en cuenta que Sandler tiene tres niñas que necesitan una madre, y Barrymore tiene dos niños que necesitan un padre, no es necesaria demasiada imaginación para saber lo que acabará pasando.

Eso no quita que por el camino haya "gags" muy logrados Y francamente divertidos. También es inevitable que algunos no lo sean tanto. Por lo menos se ha dejado de lado cierta tendencia escatológica para hacernos reir lo que es de agradecer.

Aunque no se le pueden negar al film ciertos pasajes en los que se torpedea con mala baba el concepto de familia, la resolución final, no por esperada es menos sonrojante. Durante buena parte del metraje se resaltan ciertas necesidades entre los adolescentes y niños de ambos bandos y sexos que el progenitor no termina de cubrir, como la adolescencia y con ello los primeros escarceos amorosos, o la idoneidad de la figura paterna para los deportes de los varones y la materna para cuestiones más sentimentales o más propias de chicas. Y es que al final, subyace la idea que son esas necesidades que no terminan de cubrir por sí solos las que terminan provocando el desenlace final. Con lo que el film termina con los mismos valores carcas y familiares de siempre.