La industria de Hollywood está siempre atenta tanto a los nuevos gustos de los espectadores potenciales como a posibles “revivals” de anteriores películas de éxito. O bien películas que se supongan van a recordar a otras. El hecho que Tarantino consiguiera emular el estilo de hacer cine de los años 70 que creo un subgénero conocido “blaixpotation” (cine destinado al consumo de los espectadores negros), hizo que los avispados productores rescataran a uno de los personajes más emblemáticos de aquella época: Shaft un detective de color con métodos muy particulares.

Enfundado en la piel de Samuel L. Jackson, y dirigido por John Singleton, en esta ocasión nos encontramos a Shaft como un policia a la caza y captura de un blanco rico. Sin embargo, los guionistas complican la trama con unos traficantes sudamericanos por medio, todo ello imitando la estética de aquel tipo de cine. Aunque Singleton va más allá al copiar la música y la técnica (la parte más visible son las transiciones entre escena y escena). El despliegue se completa con un reparto que aunque en función del protagonista, encontramos caras conocidas como Vanessa L. Williams, Jeffrey Wright, Christian Bale, Dan Hedaya o Toni Collette.

Sin embargo, una cosa es que un amante de ese tipo de cine sea capaz de refundir todos los elementos para crear una película “al estilo” de aquello que admira, y otra muy diferente es copiar descaradamente esos mismos elementos para intentar atrapar en la sala de cine a los nostálgicos de aquéllas películas de culto. Es por ello que pese al despliegue de medios, y a la voluntad de imitar la “blaixpotation” el resultado del film sea excesivamente artifical y frío, totalmente desprovisto de personalidad propia, por lo que es inevitable el enorme abismo entre el espectador y la película. Un fallido intento de intentar repescar (copiar más bien) el espíritu de aquélla época.