Mucho ruido y pocas nueces, una de las obras más ligeras y divertidas del bardo de Stratford, conoce su versión cinematográfica de manos de un experto, Kenneth Branagh, que traslada la acción a un extraño siglo XIX en cuanto al vestir y la ambientación. Una propuesta muy entretenida, muy divertida y la mar de agradable de ver, sin ningún defecto grave. Es perfecta para una tarde en la que se quiera ver algo de calidad.
Eso sí, la mitad de la película la hacen la entonces pareja formada por Branagh y Emma Thompson. Ella sería interesante hasta leyendo la letra pequeña de un contrato telefónico pero aquí es además un derroche de energía y carisma, mientras que Branagh resulta menos exagerado e insoportable que de costumbre, y se apunta un buen tanto con ese gran Benedicto que interpreta.

Lo mejor: El reparto, absolutamente maravilloso (hasta Keanu Reeves está bien)
Lo peor: Nada en realidad, salvo que no entusiasma como otras obras de Shakespeare.