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Voto de Sibila de Delfos:
10
2007
Michael Hirst (Creador), Ciaran Donnelly ...
7,2
9.119
Serie de TV. Drama
Serie de TV (2007-2010). 4 temporadas. 38 capítulos. Drama ambientado en el reinado de Enrique VIII (1509-1547), que trata sobre los numerosos matrimonios del monarca inglés. Ansioso de poder y muy aficionado a las aventuras amorosas, el joven monarca gobernaba su reino igual que vivía su vida: sin piedad y sin control. Una historia sobre los más ocultos excesos del tirano, cuyo reinado estuvo marcado por la traición y las intrigas. (FILMAFFINITY) [+]
13 de noviembre de 2010
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estoy fascinada.
Quizás es debido a que desde siempre he sentido predilección por la ficción histórica. A pesar de estudiar Filología, pocas cosas me gustan más que informarme acerca de reyes, reinas e intrigas de corte. Así pues, no es de extrañar que, a mí, Los Tudor me sepa a manjar de dioses. Y más aún cuando lo que cuenta es la historia de uno de mis queridos reyes de Inglaterra, y en particular la de Henry VIII, que es sin duda uno de los más fascinantes.
Alabar la perfección técnica de la serie, su vestuario, sus decorados, su fotografía, su maquillaje y sus efectos es casi innecesario, y además responde a la simple idea de tener a un soberbio equipo de profesionales trabajando con enormes medios y sumas de dinero. Si a mí me encanta esta serie es por sus guiones. O más que por sus guiones, por la inteligencia y el riesgo que veo tras ellos. Me explico. La historia de Henry es una historia sin buenos ni malos, lo cual siempre es difícil de poner en una pantalla. De sobra sabemos que una inmensa mayoría de aquellos que ven series o películas necesitan saber con seguridad quién es el bueno y quién el malo, y necesitan saber que podrán apoyar a uno u a otro. Éso no ocurre en Los Tudor. En esta serie no hay blanco ni negro, sino una inmensa variedad de grises. Es por ello que el Henry de Jonathan Rhys Meyers es tirano y hombre dulce y enamorado a la vez, y la Anne Boleyn de Natalie Domer combina en cada capítulo las dos teorías que ha habido siempre sobre la verdadera reina: la mujer ambiciosa y ciega de poder que cava su propia tumba, y la víctima enamorada y traicionada. Sin duda, uno de los grandes aciertos de la serie es ése, el apostar siempre por la ambigüedad, por lo que no es lo fácil, por darle al público la oportunidad de juzgar a los personajes de nuevo casi en cada capítulo. Y aun así, en mi opinión, Los Tudor sigue teniendo todos los ingredientes para ser ficción popular hecha con inteligencia y exquisito gusto. Al fin y al cabo, habla de amor, celos, amistad, traición, poder, ambición... de todas las pasiones humanas. ¿La prueba? El éxito enorme de la serie allá donde se ha estrenado, incluida España. Me parece un desperdicio enorme que TVE la haya reservado para su parrilla de verano, como serie de relleno, en unos meses en los que el visionado de televisión baja enormemente. Y aun así... 4 millones en su despedida.
Por supuesto, la fidelidad histórica y el trabajo de documentación es excelente, pero no podía ser de otra forma, siendo Michael Hirst su mente pensante. Este señor, después de escribir las dos partes de la Elizabeth de Cate Blanchett conoce muy bien la dinastía Tudor, y sabe muy bien lo que hace. Y se nota.
Quizás es debido a que desde siempre he sentido predilección por la ficción histórica. A pesar de estudiar Filología, pocas cosas me gustan más que informarme acerca de reyes, reinas e intrigas de corte. Así pues, no es de extrañar que, a mí, Los Tudor me sepa a manjar de dioses. Y más aún cuando lo que cuenta es la historia de uno de mis queridos reyes de Inglaterra, y en particular la de Henry VIII, que es sin duda uno de los más fascinantes.
Alabar la perfección técnica de la serie, su vestuario, sus decorados, su fotografía, su maquillaje y sus efectos es casi innecesario, y además responde a la simple idea de tener a un soberbio equipo de profesionales trabajando con enormes medios y sumas de dinero. Si a mí me encanta esta serie es por sus guiones. O más que por sus guiones, por la inteligencia y el riesgo que veo tras ellos. Me explico. La historia de Henry es una historia sin buenos ni malos, lo cual siempre es difícil de poner en una pantalla. De sobra sabemos que una inmensa mayoría de aquellos que ven series o películas necesitan saber con seguridad quién es el bueno y quién el malo, y necesitan saber que podrán apoyar a uno u a otro. Éso no ocurre en Los Tudor. En esta serie no hay blanco ni negro, sino una inmensa variedad de grises. Es por ello que el Henry de Jonathan Rhys Meyers es tirano y hombre dulce y enamorado a la vez, y la Anne Boleyn de Natalie Domer combina en cada capítulo las dos teorías que ha habido siempre sobre la verdadera reina: la mujer ambiciosa y ciega de poder que cava su propia tumba, y la víctima enamorada y traicionada. Sin duda, uno de los grandes aciertos de la serie es ése, el apostar siempre por la ambigüedad, por lo que no es lo fácil, por darle al público la oportunidad de juzgar a los personajes de nuevo casi en cada capítulo. Y aun así, en mi opinión, Los Tudor sigue teniendo todos los ingredientes para ser ficción popular hecha con inteligencia y exquisito gusto. Al fin y al cabo, habla de amor, celos, amistad, traición, poder, ambición... de todas las pasiones humanas. ¿La prueba? El éxito enorme de la serie allá donde se ha estrenado, incluida España. Me parece un desperdicio enorme que TVE la haya reservado para su parrilla de verano, como serie de relleno, en unos meses en los que el visionado de televisión baja enormemente. Y aun así... 4 millones en su despedida.
Por supuesto, la fidelidad histórica y el trabajo de documentación es excelente, pero no podía ser de otra forma, siendo Michael Hirst su mente pensante. Este señor, después de escribir las dos partes de la Elizabeth de Cate Blanchett conoce muy bien la dinastía Tudor, y sabe muy bien lo que hace. Y se nota.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Pero hay dos razones por la que la serie me ha enamorado especialmente. La primera son los actores. Todos ellos están simplemente soberbios, pero he de destacar al maravilloso Jeremy Northam (Thomas More.... vaya último capítulo el suyo...), James Frain (Thomas Cromwell.... una vez más, ambiguo a más no poder, sibilino y terrorífico cuando ha de serlo, y amable y servidor a la vez) y Maria Doyle Kennedy, con esa Catalina de Aragón que llega al corazón desde su primer minuto hasta el último. La segunda razón es la historia de amor entre Henry y Anne. No es un cuanto de hadas, pero tampoco un tormento. Es las dos cosas y ninguna. Es el amor en el siglo XVI entre un rey y su reina, con todas sus consecuencias. Pocas veces he visto yo una relación tan triste y tan bella al mismo tiempo, tan terrible y tan feliz. Y las extraordinarias presencias de Jonathan y Natalie elevan ese amor a los cielos de la ficción. Ella en particular me ha parecido espectacular.
En definitiva, una serie magistral, que da gusto ver, que es un gusto visual y narrativo, hecha con cabeza y con corazón. Una serie que, a pesar de los excelentes intentos que ¡al fin! empiezan a hacerse en España de ficción (pseudo) histórica (Águila Roja, Alatriste, Los Borgia, La conjura del Escorial, Hispania o La princesa de Éboli), demuestra que aún nos queda mucho que aprender de los ingleses. Y no me refiero a que los decorados luzcan mejor o peor.
En definitiva, una serie magistral, que da gusto ver, que es un gusto visual y narrativo, hecha con cabeza y con corazón. Una serie que, a pesar de los excelentes intentos que ¡al fin! empiezan a hacerse en España de ficción (pseudo) histórica (Águila Roja, Alatriste, Los Borgia, La conjura del Escorial, Hispania o La princesa de Éboli), demuestra que aún nos queda mucho que aprender de los ingleses. Y no me refiero a que los decorados luzcan mejor o peor.