El año de la garrapata es una COMEDIA, así, con todas sus letras. Y como tal, no hay que tomársela tan en serio como se la tomaron en su momento la crítica y cierto sector del público. Además, si fuera estadounidense, seguro que todos los adolescentes hubiesen estado encantados con ella.
Jorge Coira se inventa una historia acerca de algo que antes estaba muy de moda (ahora, desgraciadamente, es una realidad forzada por el terrible paro que tiene nuestro país, sobre todo entre los jóvenes), que era comer la sopa boba, encarnado en el personaje de Fran, un Peter Pan que no quiere crecer, inmaduro y amante de las juergas, que busca la manera de trabajar poco y divertirse mucho, si es posible a costa de sus padres. ¿Cuál es el problema? Yo no veo por ningún lado que se elogie ese tipo de actitud, o la ingesta de alcohol y drogas. La película simplemente describe una serie de comportamientos que se daban en la juventud español y se siguen dando entre los universitarios. Y además, lo hace con mucho entretenimiento y una notable simpatía. ¿Qué más se puede pedir? Pues un protagonista a la altura. Félix Gómez aún no era el excelso actor de tres años más tarde, con Herederos y El camino de los ingleses, pero ya comenzaba a demostrar que de carisma y buen rollo va sobrado. Javier Veiga aporta instantes divertidos, pero uno no deja de tener la sensación de que no está interpretándose a sí mismo.
En definitiva, una comedia muy aceptable sin ninguna pretensión que ha de disfrutarse sin prejuicios y aceptando lo que es: una locura sobre jóvenes intentando adaptarse a la vida adulta.

Lo mejor: La frescura de Félix Gómez, el recuso de hablar a cámara o de ciertos personajes funcionando como coro, y ciertos momentos muy divertidos (como por ejemplo el tronchante prólogo).
Lo peor: Tampoco es nada del otro jueves, y no pasa de ser un divertimento pasable para una tarde con amigos.