La verdad, esperaba más de Las separadoras de parejas. El anuncio con que la publicita Netflix da una idea equivocada, ya que parece que va a ser mucho más simpática y divertida de lo que en realidad es. La verdad, su simpatía sí tiene, pero le falta mucho, muchísimo humor, y lo peor es que tenía los medios para conseguirlo. Esta historia, en manos de un buen guionista, hubiera podido ser una de las mejores comedias vistas en mucho tiempo.
Madeleine Sami y Jackie van Beek han optado por el Juan Palomo: ellas se lo guisan y ellas se lo comen. Escriben, dirigen e interpretan, y se ve a la legua que lo que mejor saben hacer es precisamente lo último. Y lo hacen muy bien, porque su habilidad como cómicas (ver el final, cuando deciden ponerse a bailar en la fiesta) es lo mejor de una cinta desaprovechada, apurada al máximo con sus escasos 75 minutos de duración, pero que no convierte su premisa inicial en un buen guión ni en una divertida experiencia. Una pena.