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Voto de Talibán:
9
6,4
6.334
Intriga
Mientras se encuentran de "viaje turístico" en Copenhague, Boris Kusenov, su esposa e hija, de origen ruso, deciden buscar ayuda de la embajada estadounidense para exiliarse en este país. Sabido que Kusenov es un alto oficial ruso, los servicios de inteligencia le cobrarán, luego, el favor haciéndole confesar todo lo que sabe acerca de unos supuestos misiles de la Unión Soviética en Cuba y sobre el significado de la palabra Topaz en ... [+]
13 de mayo de 2008
100 de 112 usuarios han encontrado esta crítica útil
No pretendo dar lecciones, no soy nadie. Topaz debe ser una mala película porque todo el mundo, salvo cuatro talibanes, piensa que lo es. Porque hasta Truffaut piensa que lo es. Esto sólo pretende ser una reflexión sobre el cine de Hitchcock en general, del que "Topaz" me parece un ejemplo bastante puro.
En el cine de Hitchcock jamás ha importado qué se cuenta. O, por decirlo correctamente, siempre importan cosas distintas de las que aparentemente se cuentan. ¿Habrá algo más demencial que el argumento de "Con la muerte en los talones"? Cary Grant llega a la casa colgada sobre el vacío y no se le ocurre mejor idea que escalarla por el lado del precipicio. ¿Necesitamos entender por qué hace semejante estupidez? Yo no, porque la situación da pie a una escena no sólo genial, sino genuinamente visual: Cary Grant observando la conversación de Mason y Landau. Un maravilloso juego de miradas e identificaciones del que podemos disfrutar gracias a que el bueno de Cary ha arriesgado su vida gratuitamente.
Si sumamos a este mecanismo otro componente básico en la mirada de Hitchcock, el humor, creo que obtendremos la óptica más adecuada para defender una película como "Topaz".
Olvidemos la trama. Olvidemos a los actores (no todos son malos, John Vernon está genial, y Piccoli tiene su gracia). Olvidemos el qué y centrémonos en el cómo. Empecemos por el principio.
La escena inicial, la huida de la familia soviética, es una escena de tensión narrada sólo con imágenes, el único diálogo (el de la chica con la empleada) no se escucha y está rodado desde la perspectiva del "que la padece", el agente que persigue a la familia. Ese cambio de punto de vista (tan hitchcockiano, véase la escena antes citada de "Con la muerte en los talones") tiene un efecto anticonvencional: es una escena de clímax rodada como un anticlímax (otra vez "Con la muerte en los talones", ver la escena previa al avión). La lejanía de los personajes y el silencio provocan curiosidad y la sensación de estar a merced de la situación. Toda la secuencia es modélica. La ausencia de música, el uso de los espacios y del sonido cortante de la porcelana impactando contra el suelo recuerdan al mejor Hitchcock de "Marnie" (las zapatillas de la ladrona), de "Cortina Rasgada" (la escena del museo) o de "Los pájaros" (la escena del campesino muerto).
¿Qué importa si todo es enrevesado, si el plan para atrapar al topo francés es un insulto a la inteligencia, si el yerno dibujante es tontorrón? La escenificación que Hitchcock hace de ello es magistral, no sólo en la secuencia...
En el cine de Hitchcock jamás ha importado qué se cuenta. O, por decirlo correctamente, siempre importan cosas distintas de las que aparentemente se cuentan. ¿Habrá algo más demencial que el argumento de "Con la muerte en los talones"? Cary Grant llega a la casa colgada sobre el vacío y no se le ocurre mejor idea que escalarla por el lado del precipicio. ¿Necesitamos entender por qué hace semejante estupidez? Yo no, porque la situación da pie a una escena no sólo genial, sino genuinamente visual: Cary Grant observando la conversación de Mason y Landau. Un maravilloso juego de miradas e identificaciones del que podemos disfrutar gracias a que el bueno de Cary ha arriesgado su vida gratuitamente.
Si sumamos a este mecanismo otro componente básico en la mirada de Hitchcock, el humor, creo que obtendremos la óptica más adecuada para defender una película como "Topaz".
Olvidemos la trama. Olvidemos a los actores (no todos son malos, John Vernon está genial, y Piccoli tiene su gracia). Olvidemos el qué y centrémonos en el cómo. Empecemos por el principio.
La escena inicial, la huida de la familia soviética, es una escena de tensión narrada sólo con imágenes, el único diálogo (el de la chica con la empleada) no se escucha y está rodado desde la perspectiva del "que la padece", el agente que persigue a la familia. Ese cambio de punto de vista (tan hitchcockiano, véase la escena antes citada de "Con la muerte en los talones") tiene un efecto anticonvencional: es una escena de clímax rodada como un anticlímax (otra vez "Con la muerte en los talones", ver la escena previa al avión). La lejanía de los personajes y el silencio provocan curiosidad y la sensación de estar a merced de la situación. Toda la secuencia es modélica. La ausencia de música, el uso de los espacios y del sonido cortante de la porcelana impactando contra el suelo recuerdan al mejor Hitchcock de "Marnie" (las zapatillas de la ladrona), de "Cortina Rasgada" (la escena del museo) o de "Los pájaros" (la escena del campesino muerto).
¿Qué importa si todo es enrevesado, si el plan para atrapar al topo francés es un insulto a la inteligencia, si el yerno dibujante es tontorrón? La escenificación que Hitchcock hace de ello es magistral, no sólo en la secuencia...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
...de la muerte de Juanita, sino también:
- Repitiendo el tema del "observador impotente", en la escena del soborno en las NNUU
- Componiendo un cuadro estático impresionante (que recuerda a una "Piedad") con los agentes torturados por los cubanos
- Encontrando la tensión sin forzar la planificación en la entrevista a Phillipe Noiret (¡ese cajón que se abre y se cierra!)
- Resolviendo en un elegantísimo plano secuencia la cumbre franco-americana, que va "de lo general a lo particular", concluyendo con la soledad de Piccoli.
Y no olvidemos el humor, que lo impregna todo:
- Un disidente soviético finalmente convertido en burgués tipo "five o'clok tea"
- Unos dirigentes cubanos que gastan barba, puros y gestos copiados de su líder
- Una hamburguesa en la delegación cubana
- Una cinta fúnebre que se corta en un momento especialmente macabro ("descanse en paz", chiste negrísimo sobre el futuro del espía sobornado)
- Un espía francés que se interesa más por la comida que por los informes de la OTAN
Y un director inglés que no puede hacer una película mala ni queriendo.
- Repitiendo el tema del "observador impotente", en la escena del soborno en las NNUU
- Componiendo un cuadro estático impresionante (que recuerda a una "Piedad") con los agentes torturados por los cubanos
- Encontrando la tensión sin forzar la planificación en la entrevista a Phillipe Noiret (¡ese cajón que se abre y se cierra!)
- Resolviendo en un elegantísimo plano secuencia la cumbre franco-americana, que va "de lo general a lo particular", concluyendo con la soledad de Piccoli.
Y no olvidemos el humor, que lo impregna todo:
- Un disidente soviético finalmente convertido en burgués tipo "five o'clok tea"
- Unos dirigentes cubanos que gastan barba, puros y gestos copiados de su líder
- Una hamburguesa en la delegación cubana
- Una cinta fúnebre que se corta en un momento especialmente macabro ("descanse en paz", chiste negrísimo sobre el futuro del espía sobornado)
- Un espía francés que se interesa más por la comida que por los informes de la OTAN
Y un director inglés que no puede hacer una película mala ni queriendo.