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España España · Sevilla
Voto de Talibán:
5
Drama. Romance Ambientada en la China del siglo VIII, narra la historia de amor entre el emperador Hsuan Tsung, viudo desde hace algunos años, y una joven plebeya que se parece mucho a su mujer fallecida. La familia Yang pretende proporcionar al emperador una consorte para poder consolidar su influencia sobre él tras la muerte de su esposa. Para ello, deciden preparar a una pariente del general An Lushan que trabajaba en la cocina, de quien se enamora ... [+]
12 de octubre de 2012
43 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gusta por tres razones.

1.- Todas las películas de Mizoguchi están ambientadas en Japón, preferentemente en períodos anteriores a la época Meiji, de apertura a Occidente, pero también en el Japón contemporáneo. “La emperatriz Yang Kwei Fei” es un film que tiene lugar en China; naturalmente, como reparo es muy superficial, si no fuera porque me parece que Mizoguchi, posiblemente obligado, introduce en ella un elemento ajeno por completo a su obra: el exotismo.

A los que no estamos familiarizados con la cultura japonesa, sus películas nos resultan irresistiblemente exóticas, fascinantemente exóticas, aunque no sea esa la intención de su autor. Pero por debajo de esa primera impresión percibimos que se mueve una obra de arte que trata de pasiones universales cifrada en un lenguaje de rotunda originalidad y violenta perfección. “La emperatriz Yang Kwei Fei” obliga a Mizoguchi a moverse en un territorio histórico-social y, lo que es peor, en un escenario histórico-estético que no domina y cuya tradición le resulta a él mismo exótica. En, por ejemplo, la bellísima “Los cuarenta y siete samuráis”, la filmación de los rituales esconde siempre un significado teatral profundo, trágico o lírico; en “La emperatriz Yang Kewi Fei” predomina el exotismo pictórico.

2.- Esta fue la primera experiencia de Mizoguchi con el color, que le interesaba mucho en su programado salto a Hollywood. Tuvo un sinfín de problemas técnicos, de los que salió airoso, aunque la película se resintió inevitablemente, en especial a la hora de mover la cámara. Los clásicos planos secuencia de Mizoguchi carecen de la profundidad habitual; son muchas veces superficialmente descriptivos, sin ese sentido narrativo dramático que es la marca de su cine y una de las cosas por las que merece la pena vivir para ser cinéfilo. No obstante, hay que reconocer la belleza cautivadora de algunas secuencias y el delicadísimo uso de las tonalidades en la mayoría de la película.

3.- Es una película fatalmente blanda para ser de Mizoguchi. Cierto que narra una historia trágica, pero el Mizoguchi catártico que nos impacta y nos fascina después de habernos sumergido en el dolor más extremo, no aparece.

Y con esto termino abruptamente. Mi crítica está autocensurada, había comentarios de mal gusto que herían mi propia sensibilidad. Por el simple hecho de haberlos concebido, me impongo la penitencia de dos críticas laudatorias de películas de Mizoguchi; nunca un castigo me dará mayor placer.
Talibán
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