Que yo sepa, segunda versión al cine de la inmortal obra de Óscar Wilde, aunque tercera vista por mí.
Los productores optaron por una película erótica, con muchos desnudos en su distribución para el extranjero, pues en España estos fueron mínimos.
Aunque hay evidentes cambios respecto a la excelente versión de 1945, en realidad es una pálida copia, al menos en cuanto a su espíritu y filosofía, lo que ocurre es que no tiene calidad argumental, resulta deslavazada, al menos la copia vista por mi y las interpretaciones, salvo la del gran Herbert Lom, son de saldo.
De todas formas se puede ver, no aburre, pero al finalizar te queda la sensación, sobre todo si viste la estupenda primigenia, de que se han quedado a medio camino de lo que Óscar Wilde intentó plasmar en su inmortal obra literaria.
Mediocre en líneas generales y en ocasiones, muy floja.

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