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Voto de Pakosky:
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Thriller
Harry Hannan es ingresado en una institución mental después de asistir impotente al asesinato de su esposa en un restaurante mexicano. Después de cuatro meses de baja por una profunda depresión, Harry intenta reincorporarse a su trabajo en una agencia secreta del gobierno pero descubre que lo ha apartado del servicio de manera indefinida. Incluso le ha realquilado su propia casa a una desconocida. Harry está convencido de que alguien ... [+]
12 de octubre de 2011
19 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Demme, aún lejos de su merecida fama posterior por los corderos de Lecter, se arranca aquí con un homenaje a Hitchcock no exento de cierto olorcillo constante a las primeras películas de Brian dePalma (homenaje del homenaje del homenaje). Incluso tiene un interesante momento McGuffin en el que todo parece que va a ir de una cosa, pero luego va de otra y tal... Lo de siempre en estos casos, pero no mal llevado, ni aburrido, a pesar de las constantes torpezas del guionista (ciertos diálogos son verdaderamente estúpidos) y algún que otro desbarre del elenco actoral no del todo comprensible.
El problema básico es que pese a contar con una realización competente, y ciertos tramos buenos (sobre todo en el arranque), la historia termina resultando extremadamente artificiosa. Además, la tensión se desinfla pronto a causa de una inoportuna escena introducida casi media hora antes del desenlace y no rectificada, como hubiera sido lo oportuno, en la sala de montaje. Con ello, el clima de tensión y misterio que Demme había logrado crear -cierto que a trompicones- en torno al siempre contenido Roy Scheider se diluye y, por ello, la trama pierde todo su interés. Consecuencia: los últimos veinte minutos sobran y el espectador ya no para de rebullirse en la butaca deseando que todo concluya como sabe.
Entretiene y punto.
El problema básico es que pese a contar con una realización competente, y ciertos tramos buenos (sobre todo en el arranque), la historia termina resultando extremadamente artificiosa. Además, la tensión se desinfla pronto a causa de una inoportuna escena introducida casi media hora antes del desenlace y no rectificada, como hubiera sido lo oportuno, en la sala de montaje. Con ello, el clima de tensión y misterio que Demme había logrado crear -cierto que a trompicones- en torno al siempre contenido Roy Scheider se diluye y, por ello, la trama pierde todo su interés. Consecuencia: los últimos veinte minutos sobran y el espectador ya no para de rebullirse en la butaca deseando que todo concluya como sabe.
Entretiene y punto.