Pese al revuelo originado por esta película y la calurosa acogida que recibió por parte del público, me niego a considerarla una obra maestra de Allen, aún más, no considero que se pueda concebir ni como una de las grandes obras del autor.

Quizá esperaba encontrarme al Woody Allen de siempre, que, aunque repetitivo, desde su histrionismo te induce a la reflexión. No fue esto, el film, intrascendente, no es más que la reflexión del director sobre la obra de Dostoievski (hecho del que se nos informa repetidamente a lo largo del film), una reflexión, que por lo visto ha hecho mella en todo el mundo.

La parodia de Allen a Guerra y Paz de Tolstoi en la última noche de Boris Grushenko es interesantísima, divertida en su deformidad. Dicha deformación es tan grande que quizá la relación entre ambas obras es solo fruto de mi imaginación y de mi deseo de que exista. En match point no ocurre lo mismo; no es una mala película, ni mucho menos, pero creo traiciona al director.

Por lo que refiere a los actores, no hay nada destacable, más que no encuentro ese atractivo que hombres y mujeres ven en Scarlett Johansson, esta nueva musa del divo Allen