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Países Bajos (Holanda) Países Bajos (Holanda) · Ámsterdam
Voto de loquearde:
8
Drama La familia Gabarre-Mendoza celebra el cumpleaños de su nieto cuando una inspección policial interrumpe el festejo. En la Cañada Real, un barrio de chabolas a las afueras de Madrid, surgen tensiones entre las autoridades y los vecinos, ya que los terrenos han sido vendidos y las familias son obligadas a abandonar las casas que ellos mismos han construido. Mientras, la madre, Agustina, pasa de ser una mujer muy alegre a vivir atormentada ... [+]
6 de noviembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Casi al límite con el nuevo confinamiento (perdón, “encierro inteligente” como lo llaman los holandeses) pudimos asistir a la presentación en Kriterion de La última primavera con la presencia de su directora: Isabel Landuri. Criada en Alemania e hija de padre español y madre holandesa, el bagaje personal de la directora ha permitido un proyecto transnacional como es esta ficción con empaque de documental que es La última primavera: producción holandesa rodada en la Cañada Real de Madrid. Si os digo la verdad, me hice un poco una trampa a mí mismo al no saber que no se trataba de un documental de antemano. Aunque creo que ese desconocimiento jugó en favor de mi opinión sobre la película y pone de manifiesto que la naturalidad con que se suceden las situaciones no tiene mucho que envidiar a un documental.

El juego de representación que propone Isabel Landuri es atractivo. Las personas reales que vivieron esa historia, contándola a través de la ficción e interpretándose a sí mismas. Para los que somos españoles, estamos (o estábamos) acostumbrados a una representación de los medios de la Cañada Real en que solo se resaltaban sus altas tasas de delincuencia y su ambiente marginal. Representación, por cierto, que se extiende al pueblo gitano en general, sin muchos matices. Es ahí precisamente donde resulta tan interesante que una directora extranjera nos ofrezca su visión, más limpia y desprejuiciada, sobre el modo de vida de esta familia.

Gran parte del interés de La última primavera reside precisamente en la simplicidad de su puesta en escena. No debería de ser tan inusual ver a personas de etnia gitana trabajando o formándose para labrarse un futuro y, sin embargo, estas son imágenes de las que se nos priva de manera habitual en los medios de comunicación. También es enriquecedor ver el trabajo que realizan las trabajadoras sociales sobre el terreno y cómo se relacionan con los habitantes del lugar. Isabel Lanburi no “blanquea” la realidad, sino que al menos se esfuerza por mostrarla de la manera más completa posible y sin tendencias amarillistas.

Y si ponemos la lupa aún más cerca y sin centrarnos en los grandes temas del film, donde yo creo que Lanburi realmente triunfa es en esas distancias cortas. Esos planos detalle de la familia, esos momentos de intimidad emocionantes, ese retrato de la pérdida del hogar, esa impotencia ante una burocracia en que las personas importan poco… La última primavera es una película pequeña pero cuyo trabajo de cámara y representación la engrandecen hasta alcanzar un puñado de momentos de gran cine. Y eso, tal y como está el cine este 2020, ya hace que valga la pena ponerse la mascarilla y lanzarse a las salas.

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loquearde
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