Esta comedia intenta hablarnos, de manera desenfadada, de la experiencia del embarazo y de la paternidad. Lo hace con historias cruzadas, con pequeñas historias de personajes muy distintos que ilustran diversas actitudes y comportamientos en relación con el tema. Aunque el resultado es simpático y medianamente agradable, ya se sabe: el que mucho abarca, poco aprieta, y eso es lo que le pasa a Qué esperar cuando estás esperando, que no puede ser redonda porque todas sus historias no están al mismo nivel.
Sinceramente, me la esperaba peor. Me esperaba un bodrio sensiblero con tufillo a conservadurismo. No es así. La película es bastante relajada, apuesta claramente por el humor antes que por la moralina y nos deja disfrutar de unos actores que no están sublimes, pero que nos descubren su lado más divertido, sobre todo las mujeres.
Aunque la película parece más orientada a un público femenino, los hombres pueden echar algunas risas con ella, por qué no. No es la mejor comedia del año, ni mucho menos, pero al menos no resulta estomagante, como el 90% de ellas.