La propuesta del dueto Attieh-García incluye una notable actuación de la recordada Carla Nichols de Dangerous Minds y en menor medida de la joven Rebecca Dayan, a la que pudimos ver en películas como Desde París con amor o Sin límites en esta alegórica y moderna visión de la cosmovisión femenina en un orbe y orden que se difumina, en este caso tras la caída de un meteoro. Las reminiscencias clásicas son plasmadas dentro de un guión que, en ocasiones resulta un tanto estruendosamente estrambótico y en otras su parafernalia roza la genialidad, de forma y manera que la película agrada y atrae pero queda una grieta que no puede ser cubierta y que impide que su nota sea la de notable, en la que sería tercera película del susodicho duo Attieh-García, a los que no se les puede discutir el aditamento de una singular originalidad, tal vez tan taimadamente sutil que pueda devenir en un producto un tanto anodino, a pesar de ciertos toques de extraordinaria belleza.
La música de Borghi sin ser extremadamente vistosa en su confluencia auditivo-visual sí que representa esta a veces incongruente hilación de la trama. La fotografía, labor que realiza el propio García presenta tintes lumínicos y lúgubres en una armazón consistente, aunque no del todo sobria ni rayana en la esplendidez pretendida.