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Voto de Xiclotró de partícules:
9
Drama Manny, Joel y Jonah recorren el camino de su infancia soportando el volátil y conflictivo amor de sus padres. Mientras Manny y Joel van camino de convertirse en una versión de su padre, Jonah se entrega a un mundo imaginado por su propia cuenta. (FILMAFFINITY)
13 de marzo de 2019
8 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Coger una hoja, un Post-it, un trozo de papel, da igual, y rayarlo compulsivamente. Llenarlo de centenares de miles de garabatos aparentemente inconexos hasta que acaben formando un dibujo. El subconsciente tomando posesión de nuestra mano.

Esta es una acción levemente forzada o involuntariamente habitual en los niños. Un gesto o una práctica que, muy sutilmente, en “We the Animals” es usada como un valioso recurso narrativo, una línea argumental (a ratos paralela, a ratos principal) indispensable no solo para entender, sino para vivir en primera persona las dudas, miedos y sueños de Jonah.

Jonah es los ojos de esta película. Él, el menor, y sus dos hermanos, Manny y Joel, son los desatendidos hijos de una madre inestable y un padre irascible, el fruto de una relación tóxica. Tres niños que viven salvajemente entre el descontrol, el maltrato y la miseria.

Pero este no es únicamente otro retrato sobre la dureza de la infancia en barrios desfavorecidos y familias desestructuradas. La sorprendente ópera prima de Jeremiah Zagar es mucho más que eso, es sobre todo una historia de crecimiento.

Zagar, hasta ahora documentalista, busca meternos vívidamente en la mente de este niño de nueve años. La pérdida de la inocencia, el autodescubrimiento, las nuevas motivaciones, las nuevas frustraciones… Como en los primeros actos de “Moonlight” (Barry Jenkins, 2016) o en “Boyhood” (RichardLinklater, 2014), se parte del niño con el fin de entender al futuro adulto.

Pero, como señalaba al principio, la novedad viene en forma de trazos gruesos hechos con lápices de colores: donde no llegan las cámaras, los diálogos o hasta los silencios, llega el tesoro más preciado de Jonah, sus dibujos. La sutileza con que estos se fusionan con los fotogramas amplía el abanico argumental y abre progresiva y minuciosamente la puerta hacia el mundo interior del protagonista. Una nueva capa que se suma a la ya de por sí profunda narración.

Por simple que pueda ser el resultado, pintar o dibujar es un acto liberador. Propuestas cinéfilas como esta, claramente también.

www.cqn.cat
Xiclotró de partícules
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