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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
7
Drama Àlex es un joven que trabajaba en el puerto de Barcelona, pero un día, cansado de su vida rutinaria, decidió dejarlo todo e irse a vivir lejos de la ciudad, a un pequeño pueblo del Pirineo catalán. Pasó el tiempo y su familia comenzaba a preocuparse por la falta de noticias sobre él, hasta que les llega la noticia de que se ha suicidado. Su hermano Pau y su madre Mercè viajan al pueblo donde Àlex vivió los últimos meses para conocer los ... [+]
26 de agosto de 2011
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ésta es sin duda una arquetípica historia de Marc Recha, dónde un grupo de personajes se encuentra y vive en los márgenes, alejados de los grandes núcleos urbanos y a veces también de sus seres más allegados. En esta ocasión esas constantes sirven para construir un discurso que parece reflexionar sobre la futilidad de la vida.

Ya en el arranque de la película presenciamos una curiosa escena en la que Pau sube al metro y la cámara se desplaza por los compartimientos hasta llegar al final, dónde se encuentra la aparición espectral de su hermano. En ese plano creo que se concentra el discurso de la película, ese conjuntar muerte y vida.
También en el inicio presenciamos casi de manera íntegra el proceso de incineración del fallecido Álex, hermano de Pau, lo que supone un par de minutos muertos más bien insustanciales, dando así a entender que a ese destino se reduce nuestra existencia. No hay ni Elíseo ni Valhala. Más adelante la torpeza de un personaje ocasiona un problema con las cenizas, lo que, sin que el resto lo sepa, hace de una hermosa ceremonia de despedida un acto irónico y ridículo.
La mirada contemplativa de Recha también contrapone los paisajes urbanos de Hospitalet, despersonalizados y adustos, con los del Pirineo, cargados de una serena y envolvente belleza capaz de colmar los sentidos. Y sin embargo no ése un remedio definitivo. El motivo de la muerte del hermano o la marcha de dos de los personajes da entender que ese retiro se acaba transformando en una losa insoportable, que una vez se acostumbra uno a esa calma "no queda mucho que hacer" y la naturaleza deja de llenar el vacío existencial.
¿Qué queda entonces? En las escenas más vitalistas los personajes admiran la naturaleza, conocen gente nueva, se emborrachan, fuman unos petas y se divierten desenfadadamente, es entonces cuando vemos que sus existencias se elevan. Hay que explotar la inmediatez, pues eso es lo único que prevalece, lo demás se esfuma, ni siquiera los recuerdos serán un consuelo cuando hayan pasado los años: la felicidad es fugaz y por lo tanto tocará buscar nuevas experiencias. No hay que hacer como el personaje de Sara y vivir melancólicamente del pasado y de la memoria, que sólo llevan a decisiones erróneas.

Un discurso equilibrado y hermoso que, no obstante, no hacen una grandiosa película.
No me gusta ese movimiento continuo de la cámara, que queda algo descuidado. Con una fotografía aún más elaborada y un operador más diestro se ganarían muchos enteros. Sin duda, en ese sentido, Recha alcanza su mejor nivel en "Dies d'Agost", dónde no existen los gestos dubitativos de ésta. Además, algunos momentos tienen el acento de lo impostado (por ejemplo ese amago de romance otoñal).

Con esos arreglos esa película habría quedado mejor, como lo queda la mencionada "Dies d'Agost". Aún y con esas taras Recha consigue una obra muy en sintonía con el cine de su tiempo y por encima de la media nacional.
Jean Ra
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