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Mauricio (Isla) Mauricio (Isla) · Vheissu
Voto de Jean Ra:
6
Drama Ópera prima del actor austriaco Markus Schleinzer (también habitual director de casting de Michael Haneke y Ulrich Seidl). Describe la vida cotidiana de Michael, un oficinista de 35 años, que tiene secuestrado a un niño de diez años en el sótano de su casa. (FILMAFFINITY)
4 de julio de 2012
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Invocar el nombre de Michael Haneke puede que sea, supongo, algo recursivo pero no del todo gratuito y no sólo por el vínculo profesional, sino estético. Ya hace unos años que, en global, es justo hablar de cierta forma austríaca de entender el cine. Así, directores y directoras como ahora Götz Spielmann, Ruth Mader o Jessica Hausner y, por descontado, el más brillante de estos "discípulos": Ulrich Seidl, forman parte de una corriente que apuesta por el minimalismo formal, por los planos fijos y largos para exprimir el hiperrealismo de cada imagen, y por lo moralmente áspero y descarnado para reflejar una realidad que es observada con pesimismo. Este estilo, nacido en los 90, ha tenido una notable influencia en el cine moderno, con ramificaciones evidentes en países como Rumanía (Puiu, Mungiu) o Grecia (Lanthimos o Tsangari). Cada uno tiene sus variaciones y particularidades, pero los austríacos suelen tener en común el retratar con exactitud las miserias de una sociedad apocada, introvertida y vitalmente mediocre, volcada en una rutina insustancial y en la mayor de las naderías.

La visión de Schleinzer es precisamente social y crítica, no un artefacto en clave de intriga y terror. Al ver "Michael" la sensación que transmite es que la parte del rapto y abuso del menor es el medio y no el fin, que en verdad se habla de ese pobre diablo, inepto social, absolutamente incapaz de cualquier espontaneidad y de ingenio, que repite las fantasmadas que ve en la televisión, que falla patéticamente en las relaciones sexuales "sanas" y que cuando está eufórico sólo le alcanza para exhibir una discreta y ridícula careta. Sólo en sociedades como las del norte de Europa, dónde las relaciones humanas son en general distantes y extremadamente frías, un perturbado podría tener raptado a un chico en su casa sin que su enorme reserva levante suspicacias o sin que sus más allegados, ni siquiera en unas fechas como las navideñas, le hagan una visita. No hay más que pensar en los suburbios indios, dónde lo normal es dormir con cinco personas más, o las celebraciones navideñas de la clase media española, cuya reunión familiar es tan inevitable como el amanecer, para detectar dónde se halla la tara. En insisto, la historia del abuso está bien llevada y está adecuadamente matizada, pero no es ahí donde culmina la narración. Al fijarse en esos rasgos concretos del protagonista y al escoger esos momentos, que se desentienden por completo del secuestro, para el último segmento de la película, lo que se pretende es señalar hasta qué punto se desconocen entre sí los miembros de esa sociedad, aséptica y ramplona aunque productiva y responsable, que cumple con los deberes pero que también es una fábrica de seres grises, anodinos y sumamente deshumanizados. Es por eso que el parentesco con “El Séptimo Continente” de Haneke me parece incuestionable.

(Continuo abajo por falta de espacio, si bien en la parte final desvelo algunos detalles, lo indico claramente)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jean Ra
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