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Voto de harryhausenn:
8
7,4
727
Drama
Cuatro mujeres. Todas de unos 30 años. Tres de ellas casadas, una divorciada. Pueden contarse cualquier cosa entre ellas. O al menos eso es lo que piensan. Un día, tras perder el juicio de divorcio, una de ellas lo abandona todo y desaparece. Las otras tres deben echar un vistazo a sus propias vidas. (FILMAFFINITY)
24 de julio de 2018
31 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
Happy hour es una película casi imposible de estrenar en cines. De hecho, en Francia ha tenido que ser dividida en cinco episodios presentándose como la primera serie que se estrena en salas. La película, terminada en 2015, ha sido recuperada tres años después en occidente tras el paso de su director por el festival de Cannes con Asako, que se estrenará en el país galo este otoño. Prácticamente un desconocido con tres largometrajes en su haber, siendo Happy hour el segundo, se revela en nuestras pantallas un artista sutil, delicado y preciso.
Cuatro amigas -Akari, Sokurako, Fumi y Jun- salen de excursión de vez en cuando hasta que una de ellas les anuncia que se divorcia. El juicio y su fallo harán que cada una de las mujeres pegue un giro a su vida. Happy hour es una película atípica por su duración si tenemos en cuenta el relato que nos propone. Llamamos film-fleuve, película-río, a aquella obra de duración mucho más larga de lo habitual. Suelen ser producciones épicas, documentales minuciosos - Lanzmann, Wang Bing- o bien movimientos artísticos que se caracterizan por la improvisación - Rivette, Eustache- o el surrealismo -Bela Tarr, Lav Díaz. Sin embargo, resulta asombroso comprobar cómo una historia de la vida de un grupo de amigas, acompaña de una dirección simple, reposada pero bien calculada pueda mantener el tipo durante más de cinco horas sin que decaiga, ni en ritmo, ni en interés. Al contrario, Happy hour no deja de alcanzar nuevas amplitudes según el reloj avanza, es como una flor que se abre al sol.
Hamaguchi se toma su tiempo para llegar al meollo del asunto, no es hasta pasadas las dos horas que la trama del divorcio comienza a fraguarse. Hasta ese entonces el director nos invita a seguir la vida personal de cada una de las cuatro protagonistas, tanto en su casa como en sociedad. Las vemos en el trabajo, con sus parejas e incluso en una sesión de telepatía que dura varios minutos. Cada segmento de la narración es introducido de manera casi imperceptible, obligándonos a que nos dejemos llevar en este relato tan reposado sin tener elección, pues la estructura narrativa no se marca en ningún momento, Hamaguchi se libera de las imposiciones del montaje y de cualquier otro esquema para que la emoción aflore, fruto de su total libertad creativa.
Cuatro amigas -Akari, Sokurako, Fumi y Jun- salen de excursión de vez en cuando hasta que una de ellas les anuncia que se divorcia. El juicio y su fallo harán que cada una de las mujeres pegue un giro a su vida. Happy hour es una película atípica por su duración si tenemos en cuenta el relato que nos propone. Llamamos film-fleuve, película-río, a aquella obra de duración mucho más larga de lo habitual. Suelen ser producciones épicas, documentales minuciosos - Lanzmann, Wang Bing- o bien movimientos artísticos que se caracterizan por la improvisación - Rivette, Eustache- o el surrealismo -Bela Tarr, Lav Díaz. Sin embargo, resulta asombroso comprobar cómo una historia de la vida de un grupo de amigas, acompaña de una dirección simple, reposada pero bien calculada pueda mantener el tipo durante más de cinco horas sin que decaiga, ni en ritmo, ni en interés. Al contrario, Happy hour no deja de alcanzar nuevas amplitudes según el reloj avanza, es como una flor que se abre al sol.
Hamaguchi se toma su tiempo para llegar al meollo del asunto, no es hasta pasadas las dos horas que la trama del divorcio comienza a fraguarse. Hasta ese entonces el director nos invita a seguir la vida personal de cada una de las cuatro protagonistas, tanto en su casa como en sociedad. Las vemos en el trabajo, con sus parejas e incluso en una sesión de telepatía que dura varios minutos. Cada segmento de la narración es introducido de manera casi imperceptible, obligándonos a que nos dejemos llevar en este relato tan reposado sin tener elección, pues la estructura narrativa no se marca en ningún momento, Hamaguchi se libera de las imposiciones del montaje y de cualquier otro esquema para que la emoción aflore, fruto de su total libertad creativa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Es por ello que el principal impacto en la película es la desaparición de Jun a mitad de metraje, sin que volvamos a verla. En sus viajes a las termas, Jun se queda un día más que el resto de sus amigas ante de volver a Kobe, pero en un autobús urbano se encuentra con una joven de otra región que le describe la vida cotidiana en su pueblo. La escena se cierra con un primer plano de la protagonista sonriente, con la mirada perdida y la escena siguiente tiene lugar semanas después en el que es el mayor corte temporal de Happy hour: en un café de Kobe, sus tres amigas y su ex-marido se reúnen: la mujer no ha vuelto a la ciudad, nadie sabe dónde está. El hijo de Sakurako se cruza con ella en la estación del ferry, sabemos que se dedica a viajar descubriendo el país y ahí se cierra su trama.
Es el punto de inflexión de la película. El hecho que rompe el equilibrio del grupo y cuyas consecuencias influirán en la toma de decisiones de cada una de las amigas respecto a los hombres de sus vidas, demasiado egoístas como para que las amigas tengan esperanza en el futuro de una pareja. Eso sí, tras la desaparición de Jun, cuando creemos que la película se adaptará a una narración más habitual, de pronto nos topamos con una conferencia de media hora en la que una escritora y el ex-marido de la fugitiva debaten acerca de la creación de personajes en ficción. En este momento es como si Hamaguchi mismo hablase a través de la joven y justificase la propia obra en un inciso de la historia de las cuatro mujeres. Sin embargo en esta misma escena hay una tensión subyacente gracias al rencor que Fumi guarda a su propio marido, evidente en su actitud y en su ceño fruncido todo a lo largo de esta escena inesperada.
Hay muchos momentos dignos de mención a lo largo de estas cinco horas: el reencuentro de Jun con su exmarido, en una escena a contraluz, con la protagonista de espaldas a la cámara y con el hombre fuera de plano, momento en el que los reproches afloran y la toma termina de manera violenta. Otro momento tenso es la revelación del hijo de Sokurako ante la familia, mientras los padres deciden encontrar una solución al problema del joven, la abuela, abatida por el suceso aparece sentada en una silla, de espaldas al corro. Ante la cobardía de su propio hijo, la anciana levanta de golpe y corre a abofetear al padre de familia.
Pero no sólo encontramos tristeza, rencor o violencia. Al contrario, la cinta está llena de momentos luminosos y enternecedores. Un travelling precioso, entre la brisa que acaricia las ramas de los árboles en un bulevar muestra a Sakurako y a su suegra, vestidas de ceremonia, caminando lentamente, escena en la que la mujer mayor le habla acerca de la figura del hombre y aconseja a su nuera respecto a su futuro. Un encuentro de dos generaciones de mujeres de un país moderno en cuanto a tecnología pero tradicional y conservador en cuanto a la familia.
En otra escena, Sokurako y Fumi vuelven a casa en metro cuando en el andén se cruzan con un compañero del taller de telepatía. Es un momento cómico y la vez lleno de júbilo. Hablamos de un hombre tímido que en la escena de la sesión apenas se atrevía a intercambiar una palabra con Sokurako. Su torpeza e indecisión dejaban claro la atracción que sentía por la mujer. En este encuentro casual, cerca del final, una sola frase "¿Tienes un minuto?" desencadena un momento crucial en las vidas de Sokurako y Fumi. Al cruzar la mirada con el hombre, Sokurako, casi de manera refleja, salta con él dentro del vagón antes de que las puertas se cierren. Desde el andén, Sokurako y Fumi se miran, sin necesidad de hacer ningún gesto, se comprenden la una a la otra y es más, la valentía de Sokurako hará que Fumi también rompa con su marido. Todo ello sin cruzar palabra, por lo que el taller de telepatía en la primera hora de película cobra un sentido mucho más amplio aquí, cerca del final.
hommecinema.blogspot.fr
Es el punto de inflexión de la película. El hecho que rompe el equilibrio del grupo y cuyas consecuencias influirán en la toma de decisiones de cada una de las amigas respecto a los hombres de sus vidas, demasiado egoístas como para que las amigas tengan esperanza en el futuro de una pareja. Eso sí, tras la desaparición de Jun, cuando creemos que la película se adaptará a una narración más habitual, de pronto nos topamos con una conferencia de media hora en la que una escritora y el ex-marido de la fugitiva debaten acerca de la creación de personajes en ficción. En este momento es como si Hamaguchi mismo hablase a través de la joven y justificase la propia obra en un inciso de la historia de las cuatro mujeres. Sin embargo en esta misma escena hay una tensión subyacente gracias al rencor que Fumi guarda a su propio marido, evidente en su actitud y en su ceño fruncido todo a lo largo de esta escena inesperada.
Hay muchos momentos dignos de mención a lo largo de estas cinco horas: el reencuentro de Jun con su exmarido, en una escena a contraluz, con la protagonista de espaldas a la cámara y con el hombre fuera de plano, momento en el que los reproches afloran y la toma termina de manera violenta. Otro momento tenso es la revelación del hijo de Sokurako ante la familia, mientras los padres deciden encontrar una solución al problema del joven, la abuela, abatida por el suceso aparece sentada en una silla, de espaldas al corro. Ante la cobardía de su propio hijo, la anciana levanta de golpe y corre a abofetear al padre de familia.
Pero no sólo encontramos tristeza, rencor o violencia. Al contrario, la cinta está llena de momentos luminosos y enternecedores. Un travelling precioso, entre la brisa que acaricia las ramas de los árboles en un bulevar muestra a Sakurako y a su suegra, vestidas de ceremonia, caminando lentamente, escena en la que la mujer mayor le habla acerca de la figura del hombre y aconseja a su nuera respecto a su futuro. Un encuentro de dos generaciones de mujeres de un país moderno en cuanto a tecnología pero tradicional y conservador en cuanto a la familia.
En otra escena, Sokurako y Fumi vuelven a casa en metro cuando en el andén se cruzan con un compañero del taller de telepatía. Es un momento cómico y la vez lleno de júbilo. Hablamos de un hombre tímido que en la escena de la sesión apenas se atrevía a intercambiar una palabra con Sokurako. Su torpeza e indecisión dejaban claro la atracción que sentía por la mujer. En este encuentro casual, cerca del final, una sola frase "¿Tienes un minuto?" desencadena un momento crucial en las vidas de Sokurako y Fumi. Al cruzar la mirada con el hombre, Sokurako, casi de manera refleja, salta con él dentro del vagón antes de que las puertas se cierren. Desde el andén, Sokurako y Fumi se miran, sin necesidad de hacer ningún gesto, se comprenden la una a la otra y es más, la valentía de Sokurako hará que Fumi también rompa con su marido. Todo ello sin cruzar palabra, por lo que el taller de telepatía en la primera hora de película cobra un sentido mucho más amplio aquí, cerca del final.
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