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Voto de harryhausenn:
8
Musical. Romance. Comedia. Drama Mia (Emma Stone), una joven aspirante a actriz que trabaja como camarera mientras acude a castings, y Sebastian (Ryan Gosling), un pianista de jazz que se gana la vida tocando en sórdidos tugurios, se enamoran, pero su gran ambición por llegar a la cima en sus carreras artísticas amenaza con separarlos. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se abre el telón y aparece un atasco bajo el sol. Damien Chazelle, director de increíble talento, sabe ambientar perfectamente una fantasía. Si en Whiplash Nueva York era la noche, las alcantarillas humeantes y las trompetas que resuenan en los callejones próximos a los rascacielos de piedra marrón; Los Angeles en cambio son los atascos, las palmeras, el sol, los sueños y la gentrificación de los barrios abarrotados de bares de tapas.

Un increíble número musical como abertura que nos deja claras sus intenciones desde el primer momento: la película será actual, pero el tono es clásico. Another day of sun es una canción imposible de quitársela de la cabeza que nos recuerda a las composiciones de Michel Legrand para las películas de Jacques Demy. Eso sí, con una puesta en escena, con bailarines en el capó de los coches, como si se tratase de los deshollinadores de Mary Poppins saltando de chimenea en chimenea. La la land es una obra con una pizca europea, un toque Hollywood pero sobre todo, un film con el ritmo de Chazelle.

En Whiplash el montaje venía condicionado por el ritmo de la música, brindándonos un resultado estimulante. Chazelle vuelve a dominar el tempo al detalle sin que la comedia musical decaiga en ningún momento. Dividir la película en estaciones es un acierto que ayuda al público a seguir la trama, aunque bien es cierto que ninguna canción resulta aurrida. Es más, la ausencia de números musicales a mitad de metraje provoca que el espectador eche en falta más canciones, viéndose su deseo satisfecho en el austero número de la audición de Emma Stone.

La la land consigue que el público quiera más música. Ningún número sobra. Esto se debe a la dosificación perfecta del director, pero también a la libertad que le confiere que este musical se trate de una producción original. Estos últimos años los mayores éxitos del cine musical son adaptaciones de Broadway: Chicago, Dreamgirls, Nine, Los miserables... Lo que en cierta medida supone un problema: adaptar un show de tres horas, con numerosas canciones adoradas por los fans, han de ser condensadas en menos tiempo en pantalla sin eliminar tampoco ninguna pieza que contribuya a la narración. A esto, hay que sumarle el truco de algunos grandes estudios de añadir una nueva canción al metraje para poder optar al Oscar de mejor canción original. Por tanto, La la land se libra de un esquema recargado y cansino que en manos de su maestro fluye en total armonía.

Pero no sólo la música sostiene el peso de la película. La imagen y la producción artística, con sus colores pastel, su vestuario atemporal y sus planos abiertos en las escenas de baile, remiten al pasado, a los códigos de los grandes clásicos del género que triunfaron: vemos el homenaje a West side story en los vestidos ondeantes de las cuatro chicas que bailan en la carretera. A Fred Astaire y Ginger Rogers en la escena del parue, a Bob Fosse en las escenas al piano, a Gene Kelly en el planetario y en el final, con un número similar a los de Cantando bajo la lluvia. Cine que superará la barrera del tiempo, al igual que sus protagonistas, de gran talento pero de mayor carisma, núcleo imprescindible de la película.
harryhausenn
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