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Voto de harryhausenn:
7
Musical Francia, 1425. En medio de la Guerra de los Cien Años, Jeannette, con sólo 8 años, cuida sus ovejas en el pequeño pueblo de Domremy. Un día, le dice a su amiga Hauviette que no puede aguantar más el sufrimiento que causan los ingleses. Madame Gervaise, una monja, intenta razonar con la niña, pero Jeannette está lista para tomar las armas y lograr la salvación del imperio francés. Guiada por su fe, se convertirá en Juana de Arco. (FILMAFFINITY) [+]
14 de septiembre de 2017
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dumont y el más difícil todavía. El desvío hacia la comedia que el director tomó con El pequeño Quinquin parece hoy ya una autopista allanada por la que conduce con total destreza. La miniserie producida por Arte supuso un cambio de registro total para el director, pasando del oscurantismo de dramas como Hadewijch, Hors Satan o Camille Claudel 1915 a la luminosidad de una comedia absurda, aunque siempre fiel a su propio estilo. Justo después, La alta sociedad se convirtió en el súmmun de esta aventura cómica gracias a una mayor disposición de medios. Cuando ya parecía anunciarse el fin del periplo del director antes de volver al drama, Dumont asesta un nuevo revés al público: la austeridad técnica de Jeannette supone una mejor percepción de su vis cómica, lejos de adornos, pudiendo así ser mostrada en estado bruto, apuntando además a uno de los iconos históricos más sagrados de Francia.

Con El misterio de la caridad de Juana de Arco de Péguy como guía, Dumont desacraliza el teatro refinado de las letras francesas convirtiendo los versos del texto original en ópera-rock. Además, humaniza iconos históricos y religiosos de dos maneras: en primer término, centrando el relato en la infancia de la heroína, en los momentos que la llevaron a transformarse en una figura clave de la Historia sin narrarnos sus grandezas posteriores. El mismo Péguy se lleva el mérito de este logro, pero el efecto de humanizar lo sacro se multiplica cuando Dumont, como muchas más veces ya ha hecho en su carrera, cede todos los papeles a actores no profesionales.

Esta no es la única ruptura que Dumont provoca con un producto tan irreverente, pues Jeannette supone un musical atípico como nunca antes visto. Basadas sobre versos libres que recuerdan a oraciones, las melodías parecen desarrollarse espontáneamente sin que los espectadores puedan seguirlas con facilidad. Los actores no son cantantes profesionales, los estilos musicales cambian del heavy-metal al rap sin desentonar y la cámara de Dumont se desenvuelve con total libertad de movimiento, sin buscar la perfección de un plano, sino intentando acoplarse al movimiento de los personajes: a una pierna que se estira, a una melena que golpea el viento, a un pato que está siendo desplumado. Todas ellas armas de doble filo, sin embargo, que hacen que la película se alargue pese a contener mayor carga dramática hacia el final.

Más allá del género musical, lo más sorprendente de la película es su puesta en escena. Dos actos, la infancia y la adolescencia, en el mismo paisaje. Un par de dunas de la costa de Ópalo como si fueran la Lorena. En cada una de las dos partes, los personajes y los números musicales salen al encuentro del plano mientras que la protagonista camina, desde su encuentro con unos huérfanos hambrientos hasta la visión de los santos en el primero, de una de sus conversaciones con Dios hasta su huída clandestina a la guerra, en el segundo. Una continuidad perfecta y de tal simpleza que golpea a unos espectadores desprevenidos ante tal ejercicio de libertad y demuestran que Dumont es capaz de expandir los límites de cualquier género.

hommecinema.blogspot.fr
harryhausenn
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