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Intriga
A casa de dos estudiantes van llegando los invitados a una especie de fiesta de fin de curso. El invitado que más temen es su tutor y profesor, un astuto criminólogo que sostiene que el crimen perfecto no existe, aunque ellos se han propuesto demostrar lo contrario. En efecto, con su llegada crece cada vez más la tensión y el nerviosismo de los jóvenes. Y no es para menos, porque tienen un cadáver encerrado en el arcón que sirve de mesa para la cena. (FILMAFFINITY) [+]
3 de agosto de 2014
21 de 32 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mediocre, ridícula, absurda, me ha decepcionado. Por los comentarios y críticas que ha recibido, pensaba que sería una obra maestra. Pero no, no y no. Sólo es la historia de un par de idiotas arrogantes que se creen superiores y que necesitan esconder un cadáver para cometer el crimen perfecto. ¿Y qué genialidad se les ocurre para conseguirlo? Organizar una fiesta durante la cual no dejan de "dar pistas" a unos comensales estúpidos acerca de lo que ha tenido lugar minutos antes. Es obvio que el invitado estrella va a descubrirlo todo, pero no porque sea un genio. Sino porque sus rivales tienen menos cerebro que una alcachofa. ¿Qué tiene esto de interesante?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Veamos... me apetece cometer un crimen perfecto. Pero para hacerlo más divertido voy a convertir mi hazaña en un reto que me permita sentirme un ser superior si consigo salir de esta con vida. Así que invitaré a toda la familia del muerto a mi casa para celebrar una fiesta... sin motivo aparente. Ah, también invitaré a un ex de la chica para que la tensión en el ambiente sea palpable. Y a un profesor que puede descubrirlo todo. Pero no pasa nada, la idea original es suya, se pondrá de nuestra parte si descubre que hemos matado a un conocido, lógico.
Oh, espera un momento. Si comemos en la mesa del comedor como las personas normales no llamaríamos la atención lo suficiente. Si nos preguntan, diremos que así el señor mayor no tendrá que revisar los libros encorvado y de rodillas después de la comida. Así que vamos a colocar el manjar sobre el arcón para que todos tengan que comer desperdigados por los asientos del salón y el señor mayor tenga que comer sentado en un sofá enorme situado frente a una mesa. Nadie se dará cuenta de que ahí también podía revisar los libros cómodamente.
Ah, se me ha ocurrido otra genialidad. Como mi compañero es un inseguro histérico voy a contarles a todos la divertida anécdota de que estrangula pollos para que se ponga aún más nervioso y así pueda delatarnos antes de que termine la velada. Además, me pondré a hablar públicamente de que las personas superiores podemos matar a las inferiores. Y acto seguido, utilizaré la cuerda para atar los libros del señor padre. A mi cómplice seguro que le encanta esta broma.
Y como soy el amo del mundo, soy tan listo que a la hora de cometer el crimen perfecto me olvido el sombrero del cadáver en el armario en vez de guardarlo junto al muerto, un chico con la costumbre de coser sus iniciales en el sombrero. Tampoco se me ocurre que en algún momento de la noche la criada intentará guardar los libros en el arcón y yo tendré que pedirle que vuelva al día siguiente a trabajar sólo para meter los libros en el arcón. Ya puestos, ¿no sabes hacerlo tú solo?
¡Oh, Dios mío! ¡Qué inteligente es el profesor por haber sospechado algo!
Oh, espera un momento. Si comemos en la mesa del comedor como las personas normales no llamaríamos la atención lo suficiente. Si nos preguntan, diremos que así el señor mayor no tendrá que revisar los libros encorvado y de rodillas después de la comida. Así que vamos a colocar el manjar sobre el arcón para que todos tengan que comer desperdigados por los asientos del salón y el señor mayor tenga que comer sentado en un sofá enorme situado frente a una mesa. Nadie se dará cuenta de que ahí también podía revisar los libros cómodamente.
Ah, se me ha ocurrido otra genialidad. Como mi compañero es un inseguro histérico voy a contarles a todos la divertida anécdota de que estrangula pollos para que se ponga aún más nervioso y así pueda delatarnos antes de que termine la velada. Además, me pondré a hablar públicamente de que las personas superiores podemos matar a las inferiores. Y acto seguido, utilizaré la cuerda para atar los libros del señor padre. A mi cómplice seguro que le encanta esta broma.
Y como soy el amo del mundo, soy tan listo que a la hora de cometer el crimen perfecto me olvido el sombrero del cadáver en el armario en vez de guardarlo junto al muerto, un chico con la costumbre de coser sus iniciales en el sombrero. Tampoco se me ocurre que en algún momento de la noche la criada intentará guardar los libros en el arcón y yo tendré que pedirle que vuelva al día siguiente a trabajar sólo para meter los libros en el arcón. Ya puestos, ¿no sabes hacerlo tú solo?
¡Oh, Dios mío! ¡Qué inteligente es el profesor por haber sospechado algo!