Analicemos el argumento, un etarra se traslada a Madrid y se instala en el barrio donde cometerán el próximo atentado, su objetivo un cuartel de policía. El protagonista mientras investiga y saca fotos del barrio bajo la tapadera de un fotógrafo, conoce y se enamora de su vecina, una drogata de mala vida que le hará replantearse sus prioridades. Pues bien a partir de esos mimbres, que no parecen malos, por lo menos para poder hacer una película medianamente decente y por lo menos original, Uribe nos ofrece un esperpéntico espectáculo de tetas y coños gratuitos, policías cargados de tópicos que rozan el ridículo y que bien podrían salir en Torrente 4, una fauna de personajes que pretenden reflejar la realidad de las calles de Madrid de mediados de los 90, pero que en realidad parecen sacados de la más trasnochada película ochentera de la movida madrileña. Un comando etarra que da más pena que miedo con un Carmelo Gómez que pretende poner algo de seriedad en toda esta Rue del Percebe que monta su director, pero que no termina de convencerse ni a sí mismo del fregao donde se ha metido.
El argumento hace más aguas que la proa del Titanic mirando a las estrellas y nada de lo que sucede tiene un mínimo de sentido lógico. El personaje del portugués, las pesquisas de la policía que va tras él, los etarras pululando por Madrid, el novio que está a punto de salir de la cárcel, tiene todo tan poco peso narrativo que aportar a la trama principal, que al final lo único que te interesa es cuando van a volver a salir las dos tías en pelotas bañándose juntas en bolas o durmiendo juntas en bolas o cualquier cosa que se pueda hacer juntas y en bolas.
Candela Peña que solo sale para enseñar mameya, Javier Bardem que por lo menos es divertido, desaprovecha su talento en un papel secundario absurdo, Pepón y su absurda aportación a la trama...
Uribe en serio hazte una gayola antes de ponerte a dirigir, por que en esta estabas más salido que el tacón de la Lola Flores.
Una de las películas más sobrevaloradas del cine español, encima entre paja y pajote, pretende que le cojamos simpatía a un etarra que solo piensa en follar y en meterle tiros a policías en la nuca, siniestramente penosa.