Cada cierto tiempo, Netflix nos trae una nueva comedia romántica, de esas que no molestan y que de otra forma acabarían directamente en televisión, porque su calidad dista de producciones más ambiciosas. En esta ocasión la seleccionada ha sido Amor garantizado, cuya premisa reza lo siguiente: “Una abogada muy atareada ayuda a un seductor cliente a demandar a un sitio de citas que les garantiza el amor a sus usuarios”. La verdad es que da qué pensar el argumento…

Lo que es seguro, es que no se puede afirmar bajo ningún caso que se engañe al espectador, ya que se sabe de antemano a dónde se ha venido, y si no es que estás más perdido/a que el propio 2020. Yo sabía a lo que venía, y no me he llevado sorpresa alguna, ya que estamos ante una comedia romántica bobalicona, que cumple su objetivo y se olvida pocos segundos después de que aparezcan los créditos finales.

Y ojo, que el director de esta maravilla es el bueno de Mark Steven Johnson (uno de los motivos por los que me he embarcado en dicha aventura). Quizás el nombre no os diga absolutamente nada, pero si os digo que es el responsable de la defenestrada Daredevil (cinta que siempre defenderé a capa y espada, en especial su montaje del director) o la insufrible Ghost Rider (ésta sí que es dolorosa…), la cosa cambia. Luego se dedicó a hacer alguna comedia olvidable (al igual que la que nos ocupa) y poco más, siendo rescatado del olvido para esta producción.

Y si alguien esperaba ver su estilo (si es que lo tiene) plasmado en esta obra magna, que se vaya olvidando, ya que la realización peca de rudimentaria, siendo una tv-movie sin nada a destacar en su apartado técnico, en un trabajo perezoso que poco o nada tiene que ver con los primeros trabajados del realizador. Pones a cualquier otro tras las cámaras, y el resultado es el mismo. Una pena, pero me alegro de que al menos le den trabajos.

Luego tenemos el guion… el argumento es el que es, y no hay vuelta de hoja, por lo que, si obviamos lo ridículo del asunto y que no hay por donde coger la premisa principal, nos encontraremos ante la comedia de siempre, insustancial como ella sola, con unos personajes simpáticos (aunque poco más) y algún diálogo destacable, pero fuera de eso poco se puede rascar.

Todos sabemos cómo terminará la cinta desde el minuto uno, siendo un producto predecible y nada inspirado, orquestado para cubrir el rato libre de los amantes del género que no estén demasiado exigentes. Y es que para este tipo de público el film es perfecto. El resto, ni se os ocurra acercaros.

En cuanto al reparto, tenemos a una felizmente recuperada Rachael Leigh Cook, protagonista de la exitosa pero ya olvidada Alguien como tú. Diría que es digno de admirar que se le dé una oportunidad a una actriz de su edad en vez de alguien más joven, pero es que ella misma es la productora, por lo que no haré comentarios al respecto. Cumple como protagonista y espero que sigan contando con ella para futuras producciones sin que sea ella la que se escoja a sí misma…

También tenemos a Damon Wayans Jr., que intenta dotar de algo de carisma a su personaje, aunque no es de sus interpretaciones más memorables, ya que no se puede desmelenar por exigencias del guion. Destacar a una entregada Heather Graham, que se está acostumbrando a hacer de secundaria de lujo en comedias de usar y tirar de Netflix. Como podéis apreciar, parece el escaparate final para todos los implicados, desde el director a las actrices. Es lo que hay.

Y poco más se puede decir de una comedia que no da para más, siendo una de esas cintas que dan lo que prometen pero sin añadir ni un solo elemento a la ecuación, dejando satisfechos a los que disfrutan con este tipo de historias sin hacerse muchas preguntas una vez ha finalizado la función. Una vez más, al resto no se os ha perdido nada. Otra boba comedia romántica de Netflix de usar y tirar. Y yo me pregunto… ¿hay algo de malo en ello? La respuesta, a juicio del espectador.

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