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Voto de Javi McClane:
6
6,6
5.093
Animación. Ciencia ficción. Acción La Tierra disfruta en paz la celebración de el Torneo del Poder. Sin embargo, Goku es consciente de que existen enemigos aún por descubrir en el Universo, por lo que sigue entrenando sin descanso para alcanzar cotas de poder nunca antes conocidas en un superguerrero. Confirmando sus peores temores, un día aparece un supersayano que responde al nombre de "Broly", un poderoso guerrero que debería de haber sido eliminado junto con el ... [+]
4 de febrero de 2019
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reseñar una película como "Dragon Ball Super: Broly" se antoja como un ejercicio que hay que acometer con la debida honestidad, sin caer en fanatismos, no sin antes contextualizar ciertos detalles que sirvan para entender la aparente ambigüedad de la percepción final, siempre desde el criterio de un fiel seguidor de Dragon Ball Z, al visionar la vigésima película de Dragon Ball, y la tercera canónica, atendiendo a la involucración directa de Toriyama.

La premisa que la película no trata de ocultar es la siguiente: recuperar elementos de tres de las películas más queridas del fandom de Dragon Ball y hacerlos parte del cánon de los Guerreros Z. Bardock, Broly y otro personaje muy demandado por los fans ya son oficiales con todas las de la ley. Los sueños húmedos de muchos fans durante décadas han sido satisfechos. Zenkai powa modafuckas.

La cinta recoge en sus primeros minutos una adaptación extendida a lo visto en el manga de "Dragon Ball Minus" del 2014. En dicho manga, anexo al final del manga de "Jaco el Patrullero Galáctico", se narran (recordemos que Toriyama no participó en el guión de la TV movie de "El Último Combate" donde figuraba Bardock) los eventos que preceden a Dragon Ball en los que se muestra cómo Kakaroto llegó a la Tierra. Las emociones en este primer arco son encontradas, y es que, pese a fiel reflejo de la visión de Toriyama en "Dragon Ball Minus", la sombra del Bardock visto en la TV movie es muy alargada, ofreciéndose aquí una personalidad y carácter bastante diferenciados, detalle que lastra al personaje en parte comparándose al carisma y personalidad del original. Menos genuino. Menos visceral. Menos sayan.

Pese a todo, esta primera parte logra captar la atención del espectador, momento que se aprovecha presentando personajes como Broly, y cuenta con momentos que harán las delicias en el fan apelando a la nostalgia y cargados de emotividad. Una lástima, a su vez, ciertos cambios en la personalidad de los sayans vistos en la cinta, edulcorados hasta caer en la servidumbre y la pasividad, así como importantes e incomprensibles cortes de metraje que denotan que existe más material del mostrado (Toriyama presentó un guión de tres horas, el doble de lo que ha acabado siendo la película).

En una elipsis temporal logradísima, que consigue tocar la fibra del fan acérrimo de Dragon Ball Z al ritmo del mítico CHA-LA HEAD-CHA-LA, la cinta se nos planta en la actualidad, tras los acontecimientos del Torneo del Poder. Es en este momento cuando la historia irá cogiendo ritmo para culminar en el apoteósico final. Pero vayamos por partes. La historia toma su debido tiempo, esta vez sí, en presentar a Broly y ofrecer una personalidad parcialmente definida, lográndose el efecto contrario al de Bardock: este nuevo Broly tiene mucho más carisma que el culturista unineuronal visto en los 90s (detalle no muy difícil dado el pobre trasfondo del que contaba aquel personaje).

El protagonismo se centra en este tramo en el triunvirato de sayans originarios del planeta Vegeta así como en el Emperador del Mal (recuperar a ese enano maestro de la dialéctica viperina se convirtió en un acierto, aún al precio de hacer un Deus Ex Machina en toda regla para homologar los niveles de poder). No faltan ciertos toques de humor made in Toriyama que salpican el relato. La retahíla de personajes secundarios que se presentan son, por desgracia, meros comparsas carentes de interés real ante la estrella de la película, Broly. A destacar positivamente Paragus, el padre de Broly.

Es en su tramo final cuando la película saca pecho, más en lo artístico que en lo argumental, ofreciendo un espectáculo que, en su primer tercio de la batalla especialmente, ofrece una animación sin precedentes en Dragon Ball. Mucho se ha escrito del controversial estilo de animación que iba a tener la nueva película, y lo cierto es que es en esta dirección en la que se debería tirar en el futuro. Kudos para el equipo encargado de animar semejante oda y homenaje a todo lo que supusieron los combates de Dragon Ball Z en la memoria colectiva.

Pero no es oro todo lo que reluce. En su segundo tercio de la batalla, la animación cuenta con alguna escena cuya animación resulta incomprensible ante los estandáres de lo que se ha visto hace escasos minutos (veáse la escena de Piccolo), que hace recordar por momentos a aquel funesto capítulo quinto de Dragon Ball Super. No lastra la experiencia final, pero sorprende su presencia dada la erección que provoca el visionado de los momentos precedentes.

El último tramo de la batalla peca de abusar de la socorrida animación digital (no, Toei, esto no es el futuro...), ofreciendo un espectáculo psicodélico en el que es difícil distinguir lo que se está viendo por momentos, no por ello ausente de enorme epicidad ante tamaño "regreso".

Resulta sangrante, valga la redundancia, no vislumbrar en toda la película ni rastro de sangre, sin importar que se atraviesen glaciares, cráteres de lava o se den circunstancias extenuantes en los protagonistas... Malditos tiempos de corrección política y censura. Atrás quedaron aquellos combates en los que se sentía peligro real... Es la era Dragon Ball Super, y en eso la película no engaña al incluir la coletilla en el título.

¿Se trata de una de las mejores películas de Dragon Ball? Sin duda. ¿Podría haber dado más de si? Sin atisbo de duda. Y es que el precio a pagar por haber tenido de referente tres de las mejores películas de Dragon Ball ofrece esa lectura ambivalente: la película es puro fanservice, en su esencia una complaciente declaración de amor y tributo a todos los fans que siguieron el anime en los 90s, pero también es un producto final apresurado, que denota que le hubiera hecho falta más metraje o renunciar a tamaña ambición argumental. Pese a todo, 100% revisionable. Especialmente en futuros visionados en japonés.

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Javi McClane
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