Viendo a Elmo Lincoln, quedan pocas dudas de en qué versión se inspiraron los creadores de la saga de Weismuller, ya que la corpulencia de ambos vuelve tan teatral como entretenida la historia de “Tarzán”.

En este caso se recoge la leyenda de Greystoke y se plasma de forma sencilla y escueta, con pocos diálogos, pocos personajes y pocos escenarios. Se notan las limitaciones técnicas en comparación con otras cintas de la época, pero no deja de ser un film más que visible.

Un clásico.