Siendo una película de 1945 no es de extrañar que se optase por traducir su título original por el ridículo de “Rapsodia azul”. A diferencia de lo que sucede ahora, los títulos en inglés retraían al público.
La película narra la corta vida de George Gershwin y podría haberse llamado “The George Gershwin story” en línea con otras películas que abordaron las vidas de músicos populares. Y, como en esas películas, el verdadero protagonista es la misma música, ya que en general las vidas de esos músicos no pasan de revelar una vocación, una voluntad y unas facultades para llegar desde el anonimato al éxito a través de la creación de un estilo personal.
No parece que se hayan escogido las más características melodías de Gershwin, pero tampoco puede criticarse en exceso porque son muchas las que definieron su estilo. En todo caso, en la película se da más peso a las que adoptan formas de concierto que a las que responden a musicales; se apuesta por otra parte por el virtuosismo de interprete, dejando en un segundo plano los aspectos melódicos y rítmicos, que solamente se destacan en determinados momentos. Por otra parte, cuando se hace referencia a musicales, las escenas que se presentan no tienen especial atractivo, empezando por la ausencia de color. La película opta decididamente por centrarse es el objetivo de Gershwin de incorporar la esencia de la música popular a las formas clásicas; y con ello olvida otra importantísima parte de la herencia dejada en su corta vida por Gershwin: la de la música de revistas y musicales de Tin Pan Alley y Broadway.
El papel principal está confiado a Robert Alda que salta en esta película de las variedades y la canción al cine; lo hace con aseo, como dirían los clásicos, pero el papel no exigía mucho más. Lo mismo puede decirse de Charles Coburn Un aspecto interesante de la película es que intervienen personalmente algunas personas que tuvieron su presencia en la vida de Gershwin, como Walt Whitman, Al Jolson, Oscar Levant o Hazel Scott.