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Voto de Chris Jiménez:
4
Musical. Acción. Thriller Basado en el manga de Santa Inoue, se centra en la batalla entre varias pandillas de la ciudad de Tokio, en un conflicto que escala cada vez más hasta alcanzar dimensiones de verdadera guerra en las calles de la capital de Japón. Katanas, bates de béisbol, peleas masivas, sangre, patadas, balazos y hasta batallas de rap. Adaptación del manga de Santa Inoue. (FILMAFFINITY)
24 de agosto de 2023
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Las calles de Tokyo hierven de pasión asesina, un terremoto humano va a desencadenarse pues la violencia ya no puede contenerse por más tiempo. La sangre va a pintar las paredes y los cadáveres se esparcirán cual campo de batalla.
Sion Sono es el encargado de arrastrarnos a este apocalipsis urbano a puro y duro ritmo de "rap".

Es el momento en que ha decidido que su carrera debe pegar un vuelco de 180º. La respuesta la obtuvo con "Why don't You Play in Hell?", proyecto de largo aliento considerado su carta de amor definitiva al cine, más bien un poema de amor visual cuya visceralidad y colorido delirio se ganó el aplauso del público a nivel internacional (arrasando en el Festival de Toronto) y consiguió desligarse de todas sus obras anteriores; ya no hay enfoque realista, historias crudas y comprometidas ni personajes sombríos. Tal vez sí los hay, pero sujetos a un nivel de fantasía capaz de trascender las capas del mundo real creando otro en el proceso sólo obediente a sus propias reglas, las del cineasta.
Habitando aún en dicho mundo, el productor Yoshinori Chiba le ofrece un encargo en una noche de copas (y seguramente alguna que otra droga), y como "le coge de buen humor" termina aceptando. Se trata de trasladar a imagen real la legendaria novela gráfica (en terreno nipón, porque es poco o nada conocida en el extranjero) "Tokyo Tribe", obra magna de Santa Inoe publicada en 1.993 y luego seguida de una serie en cómic desde 1.997 a 2.005, contando incluso con su adaptación en formato anime, donde se condensaba bastante el argumento original.

Tarea desde luego complicada. El aclamado artista ofrecía una elaborada recreación de Tokyo como una zona de guerra sin ley, dividida en pequeños distritos que ocupan diversas pandillas, cada una con sus normas; su áspero y violento estilo está influenciado por el cómic americano y destaca el uso de la subcultura del "rap" y el ambiente callejero para dar homogeneidad al conjunto. Sono, por el contrario, visiona todo ello desde su renovado punto de vista y, al hacer del susodicho género el elemento de unidad narrativa, imagina los diálogos como espectaculares batallas musicales, motivo por el que elige a verdaderos raperos para el reparto.
Se preparará para la producción más cara y gigantesca de toda su carrera en los estudios Nikkatsu de la ciudad de Chofu (así como una de las más caras de la propia compañía). El resultado lo podemos comprobar desde el principio, con una cámara situada a mucha altura enfocando a dos niños inocentes en la azotea de un edificio y que poco a poco empieza a bajar para mostrar la inmensa avenida de la ficticia Bukuro, en lo que es un plano-secuencia impactante, de bullicio humano descontrolado, luces de neón que abrasan las retinas, caos y masas de gentuza en su quehacer callejero y miserable. Esta cámara se detiene frente a una anciana que maneja una mesa de DJ (¡!), anunciando un desastre en Tokyo.

Y junto a ella aparece Shota Sometani, quien actúa de narrador-rapero en esta epopeya...pero hay que avisar que el parecido con la obra original es coincidencia; Sono ve las cosas a su manera, imagina una ciudad futurista, más a lo "Calles de Fuego", el escenario post-apocalíptico que quedaría si el horrible terremoto de Tohoku de 2.011 (el cual dejó una huella imborrable en el director) hubiese sucedido en la capital. A partir de aquí se arma esta alucinógena aventura que desgraciadamente acabará nutriéndose poco o nada de la magnífica historia concebida por Inoe.
La razón del desconsiderado ataque a la original "Tokyo Tribe" es incomprensible; hay más influencia de la novela de 1.993, que presentaba las diversas y pintorescas tribus dentro de Tokyo, que del manga consecutivo, mezclándose así varias partes. Aquí cada una también goza de su introducción...pero al ser los diálogos cantados y no hablados las presentaciones de tribus y personajes ralentizan la acción y abarcan más de los tres cuartos de metraje; en un ambiente de corrupción y ausencia de ley y orden (reflejo de aquella Década Perdida tras el estallido de la burbuja y la quiebra social) el manga/anime se distinguía por su furiosa intriga callejera de traiciones, honor, luchas a muerte, amor, redención y ritmo ágil.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Una lástima que la gran historia de Inoe haya acabado transformándose en esta puñetera locura donde sólo destaca la forma visual, la estética sobrecargada e hiperestilizada que logra el maestro diseñador artístico Yuji Hayashida, y, cómo no, ese toque descaradamente "exploitation", tan único, tan inconfundible, de Nikkatsu.
Al parecer arrasó en la taquilla nacional y tuvo su acogida en festivales internacionales (en Occidente se derriten con todo lo que hagan los asiáticos, sea bueno o malo); una cosa es cierta: es la película más estrafalariamente desviada y excitante estrenada en 2.014. Pero un momento, ¿y el rastrero Skunk?, ¡si era un pilar fundamental de la serie!, quien desató la ira de todas las tribus, nada menos...¿por qué se ha reducido a nada como los demás?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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