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Voto de Chris Jiménez:
6
Comedia Ryuzo y sus siete secuaces fueron yakuzas en el pasado, en la actualidad son ancianos que llevan una vida normal. Pero cuando Ryuzo se convierte en la víctima de un fraude de phishing llamará a sus siete hombres para reconstruir el clan y vengarse. (FILMAFFINITY)
3 de marzo de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sociedad ya no es la que era, ha cambiado, los jóvenes no tienen respeto ni modales. No queda honor, ni tradición.
Pero un grupo de ocho hombres demostrarán a todos cuan fuerte y aguerrida sigue siendo la vieja generación...¡y más aún si se trata de yakuzas!

El sr. Kitano tomó la decisión correcta al recuperar aquel género que tan famoso le hizo en décadas pasadas, el entorno despiadado de los gángsters, el cual se agita con descarnada violencia en esas dos entregas de "Outrage", que nos ha devuelto su punto de vista único sobre lo inmisericorde de la condición humana. Recupera entonces una historia muy anterior en el momento tal vez más oportuno, pues, habiendo regresado con toda la seriedad a ese conocido microcosmos, lo que ahora desea es observarlo desde el otro espectro: el del humor.
"Ryuzo y sus Siete Secuaces" se elabora con mucha paciencia y un sentido profundo de tergiversar algunas reglas en la realidad a través del espejo de la ficción del cine. Tatsuya Fuji es la estrella, repitiendo ese rol al que tanto se acostumbró en su juventud: el de necio malencarado; al verlo abrir el film a golpe de bokken, en camisa de tirantes y con un enorme tatuaje cubriendo sus brazos, uno no ve a un mafioso retirado, sino a una vieja gloria de la "yakuza-eiga" de los mejores años de Toei, por eso mismo el envejecido actor confesó que no tuvo que esforzarse mucho para encarnar a su Ryuzo, sólo coger un poco de sí mismo.

Casi sin proponérselo el también veterano Kitano deja que se entremezclen ficción y realidad gracias al magnífico reparto y al tono que plantea, tan situado en el otro extremo de sus dos títulos previos. La sociedad de "Outrage" estaba oculta bajo las manos de los yakuza, transmitiendo su maldad y odio, pero aquí éstos son sólo un vestigio de tiempos pasados, algo que es parte de la cultura popular y no se observa con respeto ni miedo, sino como una moda desfasada; la mirada de Ryuzo carga así una gran melancolía, él en sí es una carga para su hijo, un humilde relaciones públicas de una compañía alimenticia.
Y en lugar de probar la cálida conexión abuelo-nieto de "El Verano de Kikujiro", se deja recuperar al viejo yakuza sus tiempos de gloria, sin recurrir al "flashback" excesivo ni oscilar en el áspero drama como en "Kids' Return", pero planteándonos una idea similar. Porque estamos ante una comedia. Eso sí, fluctuando al ritmo de un Kitano de 67 años a cargo de un reparto de septuagenarios, así que comedia paciente, que requiere su tiempo, que se abre poco a poco conforme van apareciendo los amigos y compañeros de fatigas de Ryuzo (Masa, su mano derecha; Mokichi, el "asesino del retrete"; "Mac", el entusiasta ídolo de Steve McQueen...).

Todos ellos ya son viejos a cargo de los funcionarios públicos de una sociedad que les ha enterrado en el olvido. Sin dejar de convertirlos en patéticos entrañables el director, que incluso se permite interpretar a un oficial de policía benevolente, nos los expone tal como son: yakuzas, ruines, míseros, violentos y desagradables, defendiendo su propio código de honor y amistad. En el otro espectro nuevos delincuentes han surgido, más integrados en la sociedad, más elegantes, pero exprimiendo a los inocentes de igual modo, y sin una pizca de ética.
Recordando a los siete ronin de Kurosawa que se unían contra otros ronin que habían perdido su camino (el tributo literal que se rinde a los clásicos lo llena todo de una maravillosa nostalgia), Ryuzo se alza junto a sus fieles contra una violenta organización (Keihin) que controla y atemoriza a la ciudad; no como Robin Hoods nipones, tampoco lo olvidemos, sino como mafiosos que quieren recuperar su territorio, volviendo a los argumentos de las "yakuza-eiga" de toda la vida. De esta forma no resultan nada aleatorias las subtramas o pequeñas situaciones que se abren a partir de varios personajes, ya que hace que todos estén conectados, de un modo u otro, a dicha organización.

La pobre nieta de Mokichi, forzada a trabajar de acompañante en un club y amenazada de muerte; la dueña del lugar, antigua amante de Ryuzo que fracasa al intentar pasar una noche con él (desternillante "sketch" basado en una historia real del mismo Kitano), la manifestación contra la empresa del hijo de Ryuzo, donde median también los Keihin. Una familia yakuza que no desea utilizar ese término frente a los demás pero tiene de sus hilos tensando sus gargantas, lo cual les hace aún más indignos que la panda de Ryuzo, quienes son terribles, sí, pero al menos honestos.
El gran problema de esta obra de factura brillante donde Katsumi Yanagishima consigue una paleta de colores vivos, tan distante de los tonos fríos de las anteriores de Kitano, es precisamente la gran atención que presta a cada diálogo, interacción y personaje, moviendo un metraje (al que parece sobrarle un cuarto de hora largo) al ritmo de sus protagonistas, y expandiendo todo lo posible su universo para que el drama y la comedia crucen cualquier lugar y espectro y se sientan reales (la política, la tradición, la familia, la amistad, el entorno laboral, la sociedad en general...). Por suerte, aunque muy tarde, se sube el ritmo de intensidad con el clásico duelo final entre clanes.

El "slapstick", la parodia, el absurdo, sin olvidar la violencia y el humor negro, cristalizan de mejor manera durante ese divertido clímax donde los reales Fuji, Masaomi Kondo, Akira Nakao, Toru Shinagawa y Tsutomu Hiura van a bordo de un autobús por toda la ciudad mientras persiguen a sus enemigos.
Sin la espectacularidad del cine norteamericano, pero el director tampoco lo pretende; al menos él hace todo eso sin necesidad de efectos digitales, quedando una elegía amable, tontorrona y amarga de los tiempos pasados...que sería de nuevo barrida por la violencia de la 3.ª y última entrega de "Outrage"...
Chris Jiménez
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