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Voto de Chris Jiménez:
4
Acción "Crows II" continúa la historia donde terminó "Crows-Zero": el último curso en el instituto Suzuran se acerca a su fin para Genji y sus compañeros. Aún así, los problemas para el instituto de los Cuervos no han hecho más que empezar. Genji sigue obsesionado con vencer a Rindaman aunque todos sus intentos terminen en derrota, para alegría del grupo de Serizawa. Mientras Makise, Izaki y Chuta intentan convencer a Genji para que lo deje ... [+]
3 de marzo de 2017
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Todos los auténticos seguidores del veterano e incombustible realizador Takashi Miike saben por descontado lo gran aficionado al mundo del manga, el anime y el videojuego que es...

Y un buen puñado de dispares "live actions" adornando su extensa filmografía lo prueba con creces ("As the God's Will", "Yatterman", "Ichi, the Killer", "Terraformars"...y suma y sigue), así que a nadie sorprendió verle al frente de la adaptación cinematográfica del cómic de culto "Crows" que en la década de los '90 hiciera famoso a Hiroshi Takahashi, sobre todo porque, si uno es buen conocedor del cine del nipón, sabrá que tanto la trama como los personajes y la atmósfera resultan muy acordes a su estilo y filosofía, aunque "Crows Zero"” funcionó en realidad como "precuela" de la obra original, presentando a otros protagonistas distintos, no así el espíritu de Takahashi estaba ahí.
Dos años después, Miike regresaría junto al guionista Shogo Muto para continuar con las aventuras del universo de Suzuran y sus "alumnos", para los cuales no ha pasado ni un año desde los acontecimientos previos, y las cosas no parecen ser muy distintas. De hecho la historia se inicia como terminaba la anterior: con la lucha entre Genji y Megumi "Rindaman" Hayashida, y todo el arranque de la película remitirá a la primera entrega, de la que se calcan hasta algunas secuencias y situaciones. Ahora es Genji el líder mientras Serizawa se mantiene apartado tranquilamente como súbdito.

Esto parece afectar a la unidad, pues el primero ha pasado de ser un carismático joven de arrogantes aspiraciones pero pleno sentido de la honestidad y la amistad a un chulo mentecato que no precisa de la ayuda de nadie, el primer error garrafal cometido por Muto de cara al espectador; tras esta destrucción del carácter del protagonista sólo quedan otras reprochables sorpresas. Para empezar la rivalidad entre Suzuran y una academia llamada Hosen, con las mismas jerarquías y estilo pero vestimentas grises. Enorme traspiés: la existencia de un centro exactamente igual al que conocíamos arrebata a éste su esencia mitológica, pues nada hacía pensar en la primera entrega que pudiese haber otro instituto como el de los cuervos.
Ahora el duelo no se plantea desde el interior, lo que implica añadir más personajes con sus respectivas historias y ansias de poder a un guión al que ya le costaba mantener la atención sobre los ya existentes...como era de esperar, éste no da a basto. Tampoco se deja de lado esa trama paralela protagonizada por los dos grupos yakuza Takiya y Yazaki, cuyo intermediario y consejero espiritual de Genji, Ken (a quien sustituirá en sus funciones el padre del chaval) lleva una vida recogida y alejada del mundo criminal; pues Muto decide seguir modelando esta subtrama que, como en la primera entrega, adquirirá más profundidad e importancia que la principal...

Pero ahora desde la aparición de otro nuevo personaje que se inmiscuye en la lucha de los dos clanes; de propina, la fugaz aparición de Ruka, que prosigue como chica florero sin avanzar nada de nada en su relación con Genji. Tokio, por cierto, ya no nos importa. A estas alturas lo que parece relegado no a un segundo, sino a un tercer plano, es el protagonista; Muto y Miike no saben en qué o en quién centrar la historia, la cual nos presenta subtramas y personajes secundarios sin orden ni concierto durante buena parte de un metraje tan perdido como el propio Genji, adornado con algún número musical que aparece porque sí.
Mientras avanza la trama yakuza, en la que hallamos numerosas similitudes con la de Suzuran, más nos percatamos de que sólo con ella se podría haber construido toda una película sin necesidad de servir de secundaria. Habrá que esperar más de una hora de divagación (con el ataque a Hideo como punto de inflexión en la película) para que Genji recupere ese atisbo de carisma que le caracterizaba anteriormente. ¿Cuál es el resultado de todo esto?, pues como nos demostrará Muto a falta de argumento buenas son tortas, exactamente lo que conduce un tramo final ¡de casi cuarenta minutos!

Esto es, el gran duelo entre los dos institutos, que Miike alarga en exceso (pero mucho, mucho...) intentando sin éxito provocar la misma sensación de excitación y adrenalina de la épica batalla final del film previo; la atmósfera, el estilo, el espíritu y los retazos de humor absurdo (que aquí tiene menos peso) y de reflexiones de índole existencial (sobre el significado de la amistad, la traición, el honor en la lucha, la ambición, la mentira, el poder de la unidad y la corrupción) ya mostrados en "Crows Zero" no se desvían ni un ápice. Repite el plantel original con Takayuki Yamada siendo esta vez más carismático y soportable que el chuleras de Shun Oguri y Kyosuke Yabe haciéndose de nuevo con el mejor papel.
Difícil no sentir afecto por el entrañable Tsutomu Takahashi como lo es dar la menor importancia a los personajes encarnados por Kazuki Namioka, Go Ayano, Haruma Miura o Meisa Kuroki. Se mantiene la vigorosidad del poder visual y del cuidado diseño, la visceralidad y violencia y el gusto por hacer apología de la testosterona y el ego masculino...pero el encanto y la frescura se evaporan y la trama, de la que ya poco podía rascarse antes, no ofrece situaciones ni elementos que nos sorprendan.

Lo peor es su pretensión de querer enfocarse en tantos personajes e ideas, aunque por su simpleza llega a ser medianamente entretenida; años después llegaría una mediocre tercera entrega no dirigida por Miike. Ni caso.
¿Se nos revelará en ella finalmente si Genji acaba con "Rindaman"? ¡Seguiremos esperando!...
Chris Jiménez
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