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Voto de Chris Jiménez:
9
Drama Superproducción sobre el nacimiento del estado de Israel (1948). Seiscientos once judíos que han sobrevivido a los campos de exterminio nazis, abandonan Alemania en un barco (el "Estrella de David") que atraca en Chipre. Después de superar grandes dificultades, logran al fin zarpar de la isla en el "Éxodo", barco de carga con destino a Palestina. El objetivo de los refugiados es crear el estado de Israel. Akiva, un líder fanático, ... [+]
5 de abril de 2018
9 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
Medio millón de judíos se agolpan en campos de refugiados, a la espera de tener un sitio al que ir. Su única esperanza reside en la posibilidad de empezar una nueva vida en un Estado que aún no existe.
Subirán a bordo de un viejo buque con la determinación como única arma y un objetivo: o llegar a Israel o morir en el intento.

Publicada en 1.958 por Leon M. Uris, "Exodus" fue su canto a Israel desde una perspectiva total y abiertamente projudía a la vez que supuso un acontecimiento para la industria editorial americana, sólo comparable en la magnitud de sus cifras al éxito obtenido obtenido años antes por "Gone With the Wind"; el nativo de Maryland, tras una documentación exhaustiva en su preparación, ambientó la historia en los meses previos a la resolución de la ONU adoptada a finales de los años '40 y en virtud de la cual las Naciones Unidas decidieron la creación de dos Estados, uno árabe y uno judío, en el territorio donde se asentaba el protectorado británico de Palestina.
Con sus más de 600 páginas y concebida como un fresco multifacético, la novela daba a conocer algunos de los hechos decisivos que desembocaron en el nacimiento de ese Estado de Israel mientras exploraba las razones del conflicto árabe-israelí, los orígenes centroeuropeos del sionismo y la interminable serie de desastres sufridos por el pueblo judío desde finales del siglo XIX hasta la culminación del Holocausto, mezclando realidad y algo de ficción con una incontestable calidad literaria, por lo que no tardaría en convertirse en objeto de adaptación para cines.

Así acabó siendo cuando Otto Preminger, que venía de saborear la gloria gracias a su audaz y devastadora "Anatomía de un Asesinato", quedara maravillado con el texto de Uris; esta adaptación sería avalada por una extraordinaria riqueza de medios, un enorme presupuesto y un extenso reparto que estaba encabezado por Ralph Richardson, Eva-Marie Saint y un Paul Newman visualizado por el austrohúngaro como el héroe renegado Ari Ben Canaan...y con quien sin embargo mantendría una colaboración llena de desavenencias y tensiones bastante desagradables para su salud.
El guión, a cargo de un todavía perseguido Dalton Trumbo que va a firmar, para sorpresa de todos, con su propio nombre a petición del director. El azul intenso de la cubierta de la novela es recreado en pantalla en segundo plano mientras una llama ardiente emerge del inferior del encuadre; el fuego del pueblo judío ya empieza a arder y sólo estamos en los créditos del inicio de esta epopeya rodada íntegramente en escenarios naturales de Israel y Chipre, magnificada por una portentosa banda sonora y fotografía de Ernest Gold y Sam Leavitt y con todos los atributos de una superproducción de Hollywood, si bien su estructura interna y su gestación merecen ser objeto de estudio más allá del ámbito cinematográfico.

A través del amplio formato SuperPanavision 70, Preminger describirá y nos acercará a las horas más sombrías, triunfales y sobre todo dramáticas del movimiento sionista; al poco tiempo de finalizar el desastre en Europa, estos miles de judíos convertidos en apátridas y en no pocas ocasiones rechazados por quienes antes de la guerra fueron sus vecinos, ven rotas sus esperanzas hacinados en el campo chipriota de Karaolos hasta que son designados por el mando de la Organización de Inmigración Clandestina, la Mossad Le'aliyah Bet, como punta de lanza del más importante desafío al poder inglés.
Pese a la incuestionable defensa que lleva a cabo Preminger del pueblo judío, Trumbo es hombre inteligente y en su guión se acumulan un enorme catálogo de personajes con sus propias posturas políticas e ideológicas, a un momento aplastadas por la firmeza de ese general Sutherland cuyas amargas palabras se resignan a aceptar un continuo escenario de holocaustos y guerras entre los seres humanos. A un lado tenemos la tragedia personal (sufriendo de una exagerada dramatización y sentimentalismo por parte del cineasta cada vez que se expone en pantalla) de la joven Karen, quien ha perdido a toda su familia en los campos de exterminio y ve en Israel la posibilidad de encontrar a su padre, un prestigioso científico.

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Pese a un éxito comercial más bien relativo (debido a la pésima imagen de las autoridades británicas le película pasó, como estaba previsto, sin pena ni gloria por los cines del país) pero obteniendo su protagonismo en varias ceremonias y festivales (se acabaría llevando sólo un Oscar a la Mejor Banda sonora), Preminger nunca dejó de considerarla su trabajo más importante y al que aportó un mayor grado de compromiso personal e ideológico.
Su manejo del drama, la luz y las atmósferas deslumbra en una secuencia en particular como esa filmada de noche donde Canaan deambula por la atestada cubierta del desvencijado buque mientras escucha en silencio a todas esas gentes, a ese pueblo cuyo firme objetivo es el de no volver a verse sometido aunque ello les pueda llevar a la muerte; la fuerza visual y el impacto trágico del que con plena elegancia dota a las imágenes le encoge a uno los intestinos, al igual que la sutil interpretación de Newman.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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