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Voto de Chris Jiménez:
6
Comedia. Drama Melinda (Radha Mitchell) sufre dos crisis completamente diferentes que dan lugar a situaciones cómicas y dramáticas, que sirven para abordar las cuestiones recurrentes del cine de Allen: la fragilidad del amor, la infidelidad dentro del matrimonio, el romance sofisticado, la incomunicación. (FILMAFFINITY)
29 de marzo de 2019
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La vida, y eso es algo que todos somos capaces de atestiguar, puede ser observada desde dos puntos de vista: el trágico y el cómico. ¿Pero cuál sería el adecuado?
La tragedia nos enfrenta a la vida y la comedia nos hace evadirnos de ella, así que tanto un punto de vista como el otro son necesarios.

En un momento dado de la historia, Melinda está llorando sugestionada por la melodía que alguien interpreta en el piano del salón; Ellis le pregunta "¿Son lágrimas de pena o lágrimas de alegría?", a lo que contesta "¿No son las mismas lágrimas?". Con esa concisa respuesta se resume tal reflexión, pues, ¿acaso no podemos hallar humor en la tristeza de la existencia humana ni lágrimas en los momentos alegres que ésta nos ofrece?, ¿no se complementan como dos partes de un todo? La vida no es dramática ni cómica, todo depende de cómo se enfoque...
Woody Allen nos lo propone de esta forma tan jubilosamente melancólica en "Melinda y Melinda", que tendría el honor de convertirse en la última película realizada en New York (escenario que había acompañado al actor/director desde los tiempos de "Annie Hall") para iniciar un breve romance con Londres, una promesa de escapada premeditada que desde hacía tiempo tenía ganas de cumplir (sus películas lograban más éxito en el extranjero y además estaba todo el incendiario asunto de Soon-Yi...). Ahora juega con una de las suposiciones y teorías más recurrentes del escritor, el "¿y si...?".

Así que, ¿y si se pudiera contar una historia de una forma y luego de otra?, ¿completamente distinta pero al mismo tiempo albergando innumerables puntos en común? Esto es precisamente el tema a debatir por cuatro amigos en un restaurante de barrio, que nos presentan el caso de Melinda observado desde las dos perspectivas: en la trágica, la mujer, cuya pasión fue su total perdición, vivió una tórrida infidelidad y un divorcio nada amistoso, siendo su destino el apartamento de su amiga Laurel; en la cómica, el marido es abandonado por infiel convirtiéndose Melinda en vecina del matrimonio en crisis Susan y Hobie, de la que éste último acabará enamorado.
Con reminiscencias a "Delitos y Faltas", "Manhattan", "Hannah y sus Hermanas", "Desmontando a Harry" o "Maridos y Mujeres", Allen traza una propuesta atractiva a partir de la bifurcación imaginaria de un hecho de la vida real, recurriendo con ello a las situaciones y personajes más típicos de su cine: neoyorkinos surgidos de la burguesía acomodada cuyos traumas, neurosis, dificultades profesionales y turbulentas relaciones cruzadas pivotarán alrededor de Melinda, protagonista de ambos relatos, criatura cambiante, instigadora de sentimientos contrarios, desgraciada y vulnerable, sensual y positiva, tan llevada por la culpa y la autodestrucción como por la alegría.

Cada historia vendrá marcada por el tono que le corresponde, adecuando los ambientes, la fotografía, la música, los decorados e incluso el vestuario de los personajes a las emociones proyectadas en ambas situaciones (una encontrará su reflejo de pesadilla y ésta, a su vez, su reflejo luminoso) mientras Allen aboga tanto por la repetición de elementos desde enfoques opuestos (la lámpara, el piano, el bistrot-restaurante...) como por el cambio de roles (así, el dentista aquejado por la muerte de su esposa se convertirá en un arrogante millonario, el marido alcohólico infiel en un pobre idiota resignado a la crueldad de su fría mujer y la amiga traidora ni siquiera tendrá su doble).
El problema es que cada historia debe aguantar por su propio peso un planteamiento, nudo y desenlace, y cuando ambas se desarrollan en base a su particular universo somos cada vez más conscientes de que la trágica (con su complejidad, su oscuridad, su violenta atmósfera y sus melancólicos personajes) aplasta a la humorística (una comedia romántica de enredos bastante simpática pero muy convencional), sobre todo cuando se nota que el director pone más atención en la primera versión, donde se alcanza el desgarrador momento de la confesión del crimen, lo que le hace a uno olvidarse por completo de Susan, la Melinda alegre y Hobie (en realidad personaje principal de la segunda versión).

La trágica, además de contener las mejores escenas del film, llega a un clímax desolador y magnífico que por supuesto nada tiene que ver con la feliz y muy previsible unión de la versión opuesta (aunque el colmo será ver todo el suceso de la traición de Ellis y Laurel formando parte del pasado de Stacey, un personaje del todo inútil introducido con calzador en el relato). Radha Mitchell (que acabó quitándole el papel a una Winona Ryder con turbios problemas con la ley) nos brinda una sensacional actuación, dejando patente su gran versatilidad como actriz cómica y dramática, aunque obviamente luciendo mucho más en éste aspecto.
Ésta se ve acompañada de unos notables Chiwetel Ejiofor, Jonny Lee Miller, Brooke Smith, Chloë Sevigny y un Will Ferrell pretendiendo sustituir al personaje característico de Woody Allen, quien, como si se mostrara reticente a un reencuentro con sus antiguos colaboradores Willis o DiPalma, vuelve a cambiar de operador; esta vez sería Vilmos Zsigmond, que sorprende con un maravilloso trabajo de fotografía. Si Allen se hubiera centrado sólo en la parte trágica puede que estuviéramos ante una de sus más brillantes obras...por desgracia quería experimentar con la narrativa, perdiendo ésta, paradójicamente, su atractivo, vitalidad y fuerza.

Pero "Melinda y Melinda", al igual que la vida, no importa cómo se mire, si de forma triste o alegre, lo importante es poder disfrutarla. El neoyorkino marcharía entonces a Inglaterra, cuya primera creación fue "Match Point".
Deseo de urgente huida expresado de forma literal en su película al ponerlo en boca de Ellis: "Mi obra interesa mucho en Europa, pronto podría irme a vivir a Barcelona o a París" (se pudo decir más alto pero no más claro...).
Chris Jiménez
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