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Voto de Chris Jiménez:
5
Acción. Drama Goro (Tetsuya Watari), un joven yakuza, debe esconderse lejos de Tokyo después de cometer un asesinato. Durante su exilio en Kobe, donde está al cargo de un bar musical, cae bajo la sospecha de haber matado a otro hombre. Mientras Goro entabla una peculiar relación con la novia del muerto, no sabe que otro asesino (Jo Shishido) le sigue la pista por el trabajo que hizo en Tokyo. (FILMAFFINITY)
12 de febrero de 2022
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Los dos hacen planes, una pareja curiosa. Ella es una sofisticada y decidida mujer recién llegada de Tokyo, él es un bala perdida de Kobe cuyo hastío le ha llevado a la drástica decisión de regresar a Tokyo...pero ahí mismo es donde los planes se acaban y comienza la cruda realidad...

Una de las imágenes quizás más memorables de esta película y la que define por completo un discurso y esencia que se viene observando y tratando durante todo el metraje, pero tal vez sin alcanzar la claridad hasta ese mismísimo final donde el futuro de los protagonistas se tuerce de súbito y sin remedio; es un final algo distinto del ya imaginado en una obra anterior: "Red Pier". La situación es curiosa; a finales de los '60 el director Toshio Masuda seguía siendo una figura esencial del cine de acción moderno y el director mejor pagado de Nikkatsu, pero su colaboración con Yujiro Ishihara había durado mucho...
Nada menos que desde su debut "Rusty Knife", su obra maestra por otra parte; ahora, llegando 1.966, es Tetsuya Watari y no el nativo de Kobe el actor (y también cantante) que más despunta dentro de la productora. Suzuki ya lo ha impulsado gracias a "El Vagabundo de Tokyo" y el mismo Masuda dirige con él (tal vez forzado por Kyusaku Hori y acólitos) un "remake" de "Man who Raised a Storm", para más inri protagonizada por Ishihara casi diez años antes; ambos se volverán a unir en otra revisión de uno de los clásicos del cineasta, ya mencionado, escrito por Kaneo Ikegami.

La acción, al igual que su predecesora, sucede en Kobe, con Watari (extranjero de Awaji) en la piel del protagonista, quien en su día se llamó Jiro y ahora Goro, presentado como el gángster más chulo de toda la ciudad en una secuencia tan "kitsch" que sólo se la puede catalogar de "puramente setentera". El chico espera pacientemente en un aparcamiento, hasta que llega un tipo en un bonito descapotable rojo; se baja y el otro se lo roba, que usa para llegar hasta el jefe un clan rival y asesinarlo en plena autopista. Escena dirigida con el habitual nervio de Masuda y un gusto extraño por lo autoparódico.
En muchos sentidos, "Velvet Hustler" llega para mofarse de "Red Pier", y con los colores intensos que brinda la fotografía de Kurataro Takamura y la imaginación del director artístico (y buen amigo de Suzuki) Takeo Kimura, sustituyendo así las preciosas tonalidades del blanco y negro de la de 1.958, que le otorgaba aires clásicos, ásperos y amargos, para acercarse al estilo de Makino, Ishii, el mismo Suzuki o los primeros films de Fukasaku. Goro es, a todos los efectos, un Jiro más festivo y menos comprometido, si bien comparten un exilio involuntario desde Tokyo y naufragan en una existencia sin rumbo a través de unas calles plagadas de criminales, pobres, prostitutas y visitantes americanos.

Visitantes ruidosos y sin escrúpulos que quieren volver a saborear las miserias que dejaron en el país tras su conquista; los cambios históricos hacen que esta vez Masuda mire de reojo al problema de la Guerra de Vietnam en lugar de a la de Corea. Los esquemas argumentales son los mismos; el policía Noro es Usu (quien pierde esa afección paternofilial y la comicidad del anterior para crear un detective mucho más implacable, obstinado y metido por voluntad propia en el clásico juego del ratón y el gato con el villano). Keiko, hermana del traficante asesinado, ahora (y con el mismo nombre) es su amante.
La dulzura y calidez de Mie Kitahara, que representaba una salvación para el protagonista, es reemplazada por la frialdad de una Ruriko Asaoka más misteriosa, en la línea de la "femme fatale" clásica; pero donde las interacciones de la primera e Ishihara rezumaban dramatismo y naturalidad (ayudaba el hecho de que fueran pareja en la vida real) Masuda dedica demasiado tiempo a las de la segunda y Watari, que estancan el film por su insoportable tedio y futilidad (Goro, tras mucho parloteo y coqueteo, reiterará a Keiko su deseo sexual), siendo capaz de arrancar el bostezo al espectador.

Mientras tanto vuelve ese asesino a sueldo, ahora encarnado por un Jo Shishido magistral que parece repetir su papel de "Marcado para Matar"; una lástima que el guión le preste tan poca atención, pues lo presenta y se deshace de él demasiado rápido. Pero la mayor diferencia con "Red Pier" es la actitud del protagonista; Jiro quedaba atrapado en un dilema moral en cuanto a abandonar la vida criminal como un cobarde o asumir sus culpas como un hombre, así el joven yakuza debía hacer ese importante examen de conciencia que determinase su destino. Goro jamás toma esta decisión vital y preferirá seguir la senda del yakuza, marcada por la violencia y la muerte prematura, es decir: no desear cargar con responsabilidades.
Por ello los inmensos puertos de Kobe guardaban un importante significado en la obra original: la huida hacia una tierra prometida o la prisión permanente en el cruel exilio. Nada de este dramático doble sentido existe ya (por si no nos había quedado claro); el director se descuelga con el cinismo, se olvida de redenciones, y por el camino nos invita a un relato criminal típico de la época, con todo su colorido imaginario, sordidez, cruda acción y espíritu desenfadado, incluso juvenil (los mediocres instantes dentro de los pubs y discotecas, muy al estilo de Nikkatsu, sobran por todas partes...).

Ese espíritu es el que al final contagia al protagonista, tocado por el desparpajo tan característico de Watari, y tan alejados de Ishihara (a recalcar su horrenda escena de baile tras golpear al traficante); para hacer más pesada su presencia no dejará de silbar la melodía del film (¡silba incluso después de ser disparado!).
Sí destacan un elegante Tatsuya Fuji como el detective, Kayo Matsuo de chica rechazada y sinvergüenza y por supuesto Shishido, quien parece estar en otra película. Huelga decir que este prostituido "remake" fue todo un éxito y afianzó aún más la carrera de Watari...cuestiones esas que escapan a mi comprensión.
Chris Jiménez
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