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Voto de Chris Jiménez:
8
Drama El idealista Sr. Mita, un directivo de una empresa de seguros, es degradado y enviado de la oficina central de Tokio a Osaka, donde conocerá a una variopinta colmena de desesperados que trabajan o frecuentan la posada donde se hospeda. (FILMAFFINITY)
11 de abril de 2021
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Observar el Mundo por medio de la constante búsqueda de honor, bondad y humanidad puede ser un completo error y llevar al que lo hace a fatales desengaños.
El Mundo, por desgracia, es como es; lo veremos a través de los ojos de un idealista que no podrá sino darse de bruces con la realidad cuando esta asoma en toda su plena miseria.

Y el encargado de exponerlo es Heinosuke Gosho, desconocido maestro clásico para el público occidental que como muchos coetáneos cultivó una extensa carrera y tuvo el placer de ser reconocido y galardonado en esa década en la que el cine japonés estaba siendo aceptado internacionalmente, por supuesto la de los años '50. "Where Chimneys are Seen" había sido proyectada en el Festival de Berlín y su popularidad no pudo ser mayor, deslumbrando al Mundo con su cine honesto, de líneas costumbristas y visión humanista. Poco después va a adaptar la famosa novela "Osaka no Yado", del prolífico Abe Shozo (disfrazado tras el alias Takitaro Minakami).
Éste, aprendiz del maestro Izumi Kyoka, es un poeta, crítico y autor muy centrado en la realidad cotidiana del momento, lo cual encaja perfectamente con el estilo del director. Pese a su título, el film no empieza en esa posada que en breve se convertirá en escenario primordial de la historia, sino en un izakaya de Osaka, ciudad a la que Kyoichi ha sido transferido tras protagonizar una "heroica" disputa con su jefe en Tokyo; a partir de aquí vamos a contemplar desde su punto de vista (o a ser forzados a ello) los muchos devenires y situaciones con los que tropezará cuando decida residir en dicho lugar.

Para comprender el grado de su ingenuidad se debe partir de la idea de que dejó su oficina por cuestiones morales y que es engañado por el hermano de la dueña de la posada (Ossan) para instalarse allí; fundamental esta perspectiva. Quizás Gosho se identifique con Mita, pero percibe antes que él, y nos lo hace saber, cómo esa Osaka de la incipiente recuperación económica parece más bien un basurero donde se arrojan los deshechos del país. Magnificada por sus luminosas aceras, altos edificios y monumentos históricos, la oscuridad es perpetua, y la posada Suigetsu el reflejo de esta decadencia.
Suerte de lúgubre reinterpretación del clásico "Gran Hotel" de Edmund Goulding, Gosho se presta a la teatralidad y nos encierra en los espacios reducidos de ese microcosmos para atender a la multitud de tragedias que allí tienen lugar, haciendo hincapié, cual Mizoguchi, en el inmenso sacrificio de la mujer, porque son ellas las impulsoras del drama y circulan, desde el interior y el exterior, alrededor de la figura tranquilizadora y leal de Mita:

La madre que no puede ir a ver a su hijo (Otsugi), la esposa insatisfecha (Orika), la geisha de corazón roto y alcohólica (Shizu), la joven despreocupada y vivaracha (Oyone), la avara y malévola dueña o una chica que ha tenido una desavenencia económica con él y cuyo padre está afectado del corazón (Omitsu).

(CONTINÚA LA CRÍTICA EN ZONA SPOILER)

Y pese al suicidio, la traición y la decadencia, hay que aferrarse a cualquier cosa para vivir, por terrible que sea...esta verdad se acepta, se encara con dignidad. También Ozu nos enseñó muy bien que el tren pasa, la vida sigue, y que quizás las cosas puedan cambiar, pero en otro lugar, siempre hay que luchar por ello.
Gosho, por su parte, será de nuevo aplaudido y reconocido como el gran maestro que es por esta pequeña gran joya que da al cine japonés, uno de sus logros más duraderos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Chris Jiménez
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