Haz click aquí para copiar la URL
Voto de Chris Jiménez:
8
Cine negro ¿Si es por el bien de la compañía y de nuestro coche, no hay nada malo en engañar, estafar, matar, o hacer cuanto queramos? ¿Quieres decir que deberíamos quedarnos de brazos cruzados y dejar que la compañía se arruine? ¿Qué es una compañía? ¿Qué es un secreto? ¿Son más importantes que las personas?
23 de enero de 2021
Sé el primero en valorar esta crítica
Los sueños de algunos seres humanos pueden entrar en conflicto y empezar a crearse ellos mismos sus propias pesadillas.
Sucede cuando dichos sueños son guiados por la ambición, el cinismo y la total falta de conciencia. Pero por la empresa, por las ventas, por el puesto de director todo vale...

Este podría ser perfectamente la representación del Japón de la recuperación económica; los vestigios dañinos de la guerra ya pasaron, la pobreza dio paso a la construcción y la innovación, dirigiendo la mirada al modelo de comercio internacional, y el hambre por la falta de alimentos fue reemplazado por uno de otro tipo: el hambre capitalista. Pero este imperio se levantó gracias a las acciones criminales, al mercado negro, a hombres sin escrúpulos que miraron hacia delante y se propusieron hacer todo lo posible para lograr la fortuna; un sistema, un ideal, que perduró y perdura...
Toshiyuki (o Sueyuki) Kajiyama, nativo de Corea y uno de los autores más prolíficos y versátiles de la literatura japonesa, plasmó todas esas preocupaciones, que permanecían en la ignorancia para muchos en su novela de suspense "Kuro no Shisosha", cuyo enorme éxito le llevaría a iniciar una serie centrada en los sucios tejemanejes y argucias del microcosmos empresarial nipón. Asimismo, la productora Daiei se propuso adaptar algunas entregas para una saga propia, y el que la inició (como haría con otras muchas) fue Yasuzo Masumura, sin duda el indicado para la tarea, quien ya demostró su visión corrosiva de la sociedad en su gran "Giants and Toys".

La historia, adaptada con algunas modificaciones (escenario, número de empresas, puestos de los personajes), abre en plena carretera; un auto negro cruza raudo el paisaje mientras es monitorizado por los trabajadores de una compañía que pronto lo lanzarán al mercado. Pero un incidente sucede: el coche falla, se estrella y explosiona; este es un primer indicio, un preámbulo de cómo todo también seguirá una línea fija, pero acabará por salirse y sufrir un trágico destino. Masumura procura dibujar con minuciosa precisión las partes implicadas en esta intriga asfixiada por el blanco y negro de la fotografía de Yoshihisa Nakagawa (si con algo contó el cineasta fue con grandes operadores de cámara).
Recibimos el entorno con hostilidad; las palabras afiladas, los mohínes despreciativos, las venenosas sospechas, pero no podemos evitar sentirnos arrastrados a sus profundidades y ser testigos, mientras se nos revuelven las tripas, de una guerra de poder entre dos empresas que compiten para vender el coche del año: Tiger y Yamato (ésta no presente en el texto original). Sin héroes, sin villanos, sin protagonistas, como acostumbró Masumura; esta es la historia de un acontecimiento importante (la venta del auto) apoyada en pequeños sucesos, que son las muchas tretas que cada miembro de las dos compañías llevará a cabo para lograr la victoria.

Un campo de batalla sin armas de fuego ni trajes militares cuyos refugios son los altos edificios. Al frente: Onoda, uno de los ejecutivos, megalómano que reniega de su familia poseído por su obsesión de poner en circulación el Pioneer, y su mano derecha, Asahina, quien se ve contaminado por la sed de poder de su jefe; contra ellos: los medios de comunicación y el dueño de la compañía rival, Mawatari. La calculada composición escénica dispuesta concentra en sus aristas una sensación de desasosiego y desafección que todo lo impregna; nos sentimos como ese empleado de la Yamato que de repente es rodeado en el descampado por Onoda y sus acólitos con el fin de que les entregue los secretos de su empresa.
La cascada de degradación a la que los personajes se someten por su propia voluntad es imparable: chantaje, amenaza, engaño, espionaje, manipulación...todo es válido y pocos se cuestionan la tremenda falta de moralidad en sus actos. En un momento dado ya no podemos huir de este clima indigesto (del mismo modo que la pobre Masako, novia de Asahina, cuando se ve acorralada por éste para que le sirve de espía, aun a costa de sacrificar su relación). Todo fluye alrededor del dinero, pero este cauce fluye gracias a unas aguas ponzoñosas que va atrapando poco a poco a todos.

De un modo quizás distinto a "Gigantes y Juguetes", donde se analizaban las artimañas de las compañías de manera más colectiva. Particularmente agobiante es la extenuante interrogación a Hiraki; bastaría este pequeño tramo, filmado en una serie de planos cortos y cerrados, como muestra de la destreza del cineasta para crear atmósferas opresivas y desprovistas de toda sensibilidad. También podría ser éste el epítome de la degradación humana y la quiebra sangrante de la ética, que lleva precipitándose al abismo durante todo el metraje. La fotografía de Nakagawa perfila con aún más precisión toda la sordidez expuesta entre los mecanismos que hacen mover el argumento.
Y nunca cayendo en el exceso, ni en manidos clichés, ni en rupturas pretenciosas que resulten un impedimento para el ritmo, vibrante y vertiginoso gracias al montaje de Tatsuji Nakashizu. Jiro Tamiya, quien protagonizará más entregas de la "serie negra" de Daiei, derrocha carisma en un ambiguo y recalcitrante papel a la sombra de los arrolladores (y especialmente odiosos) Hideo Takamatsu e Ichiro Sugai y la preciosa Junko Kano. Al final, Masumura reafirma su demoledor discurso invitando a la reflexión: una familia feliz circula rápidamente por la autopista en su nuevo Pioneer, ignorante de todo el proceso por el que ha pasado el producto que ahora disfruta, y que vive tranquilamente sus sueños gracias y a través de las pesadillas de otros a quienes jamás conocerán.

Exhalando la esencia del clásico cine negro más social y comprometido, el áspero nihilismo del nipón hiela los huesos, pero esta no fue la única vez que lo consiguió.
Al año siguiente volvería con "Kuro no Hokokusho".
Chris Jiménez
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow