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Voto de Chris Jiménez:
7
Intriga. Drama. Thriller Chi-Chung conoce a Jiamei por internet. Él es camionero; y ella trabaja como chica de compañía. Los dos establecen una relación virtual que desemboca en un trágico encuentro: cuando por fin se ven, ella le dice que quiere morir y él termina por estrangularla. El policía encargado del caso tratará de encontrar la verdad. (FILMAFFINITY)
7 de diciembre de 2017
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De ella trata esta película y a ella está dedicada, a aquella chica de 16 años que emigró a Hong Kong a empezar una nueva vida y cuyo aciago destino la hizo acabar en la prostitución y ser asesinada brutalmente en 2.008, convirtiéndose en uno de los casos más truculentos del país.

En "Port of Call" el nombre de la protagonista es Wang Jiamei, encontrándonos algunos pequeños hechos y nombres de personajes modificados, sin embargo, lo que a sucesos importantes se refiere, están todos descritos tal y como ocurrió en la realidad, y algunos de ellos con todo lujo de detalles, situando la acción del film en 2.009, cuando, llena de esperanza y vida, Jiamei viaja desde la provincia de Hunan a la fastuosa Hong Kong para vivir con su madre y su hermana y con el ansiado sueño de llegar a ser modelo profesional.
La suerte no sonríe a esta muchacha amante del lujo y enganchada a las modernas tecnologías, quien decide abandonar la escuela y, al ver truncada la posibilidad de ser famosa y adinerada, pasa de los más sencillos trabajos al turbio negocio de la prostitución; sin salida y sin un amor verdadero en el que apoyarse llega a la conclusión de que lo único que le queda es desaparecer de este mundo. Más tarde será el pintoresco y sufrido detective Chong el que ponga todo su empeño para esclarecer el espantoso crimen que conmovió a todo un país.

El cineasta Philip Yung vuelve a hacer hincapié en un tema que es ya recurrente en su obra: la decadencia cada vez más grande en la que está sumida la juventud de la sociedad actual, tema que explotó de forma transgresora y salvaje en sus anteriores films "Juventud Glamurosa" y "May we Chat" (una especie de secuela/"remake" del título de culto de los '80 "Lonely Fifteen"), uniéndose a esa nómina de directores chinos interesados en retratar fielmente la desesperación, los sueños rotos y la mala vida de los adolescentes, centrándose en esas chicas que, ya sea por capricho o porque no tienen otro remedio, ejercen la prostitución transformándose en meras cáscaras sin vida, siendo buenos exponentes los trabajos "Girl$", de Kenneth Bi, y "Susurros y Gemidos", de Herman Yau.
Esta vez Yung se nutre de un caso real para desplegar su durísima visión en la que nos muestra un mundo donde pueden convivir perfectamente la esperanza y la decepción, lo hermoso y lo monstruoso, la vida y la muerte, todo separado por una delgada línea que el espíritu podrido del ser humano es capaz de traspasar sin problemas. Este tipo de films tan personales siempre nos ponen en una situación difícil, porque gustan dependiendo de si la historia que cuenta interesa o no.

Su argumento está hecho para dividir opiniones: unos verán el drama de una pobre incomprendida sumida en la soledad cuyo destino no es otro que aceptar la muerte, otros la historia de la típica niñata caprichosa, malcriada y egoísta de hoy que sólo quiere una vida de lujo y cuyo victimismo ha de ser llorado por todos. Aunque no sólo nos centramos en Jiamei, ya que "Port of Call" generaliza el desencanto social quedando todos los personajes imbuidos en un mundo de tristeza sin fin. Al final todos somos víctimas, ¿qué le vamos a hacer?
En poco más de hora y media Yung nos sumerge en una atmósfera oscura, de ritmo pausado y evitando efectismos innecesarios, desarrollando con mano maestra una trama que navega entre el "thriller" de suspense y el drama más intimista, construida a base de saltos en el tiempo y dividida en cuatro capítulos donde somos testigos del descenso a los infiernos de la protagonista, atravesada por esos "flashforwards" en los que acompañamos a Chong en la investigación, alcanzándose el clímax en ese juicio donde el propio asesino nos relata los pasos del crimen (capaz de ponernos el estómago del revés). Todo esto salpicado de acción, humor negro, sexo, intriga y una extrema violencia muy del estilo Sono.

Un irreconocible Aaron Kwok logra una maravillosa actuación como el típico policía honesto, simpático y sin embargo algo triste al meterse en la piel del detective Chong, al igual que la debutante Jessie Li dando vida a Jiamei, quien se come la pantalla cada vez que aparece en ella (pocas actrices noveles habrían superado el reto de interpretar a la protagonista), y Patrick Tam haciendo de Smoky, el siniestro homicida. Todo el plantel está inconmensurable, la verdad sea dicha.
Confiere un toque especial la banda sonora de Ke Ding y por supuesto la excelente fotografía de Christopher Doyle, habitual de Wong Kar-Wai, quien le da ese aspecto tan gris y sombrío a la película, encajando a la perfección con el tono de la historia.

Quizá produzca en algunos una desagradable reacción, a otros les revolverá las entrañas y para otros pasará sin pena ni gloria; no obstante es un film interesante, poderoso, donde Philip Yung deja claro, pese a ir sólo por su tercera obra, que como cineasta todavía tiene mucho que contar y mostrar.
Chris Jiménez
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