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Voto de Chris Jiménez:
8
Fantástico. Aventuras Cuando el rey de Argos está a punto de sacrificar a su hija Dánae y a su nieto Perseo, Zeus (padre del niño) decide salvarlos y arrasar la ciudad. Perseo crece feliz hasta que la diosa Thetis para vengarse de Zeus, que ha castigado a su hijo Calibos con una horrible deformidad, lo secuestra y lo abandona a su suerte. Al conocer la noticia, Zeus ordena a los demás dioses que ofrezcan a su hijo regalos que le permitan defenderse: una ... [+]
2 de septiembre de 2023
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tiempos oscuros donde los dioses planean sus castigos sobre los humanos, donde bestias abominables pasean por La Tierra, donde la magia está presente en extraños conjuros, pero los héroes llegan para arrojar algo de luz con sus gloriosas hazañas.

Para muchos amantes de la fantasía y la aventura pocas hazañas en el 7.º Arte se recuerdan como esa "Furia de Titanes" que tanto significó cuando se estrenó a principios de los '80, sin embargo, cuales dioses del Olimpo, estaba este poderoso trío formado por Charles Schneer, Ray Harryhausen y Alan Cross, cuya colaboración brilla dentro del género siendo la más legendaria "Jason y los Argonautas"; dieciséis años habían pasado pero querían regresar al tema de las fábulas mitológicas, y Cross usó esa idea que le inspiró su estancia en Grecia tiempo atrás.
Lo que se contempla en "Furia de Titanes" es una recreación del mito de Perseo, hijo de Zeus y Danae, precedente del héroe Heracles, y que precisaba hacerse por todo lo alto. Cuando uno observa a un anciano Laurence Olivier en la piel del dios acompañado de Maggie Smith, Claire Bloom, Jack Gwillim, Susan Fleetwood y una enmudecida Ursula Andress se saborea esta grandeza. Es en realidad una proeza elegíaca, recuperándose un tipo de cine que perdió su popularidad a mitad de los '60 y una forma de crear magia en la pantalla a punto de extinguirse por culpa de las innovadoras tecnologías emergentes.

Esto significó el canto del cisne de la "espada y brujería" (aunque la llegada de "Conan" le insufló una vía alternativa de oxígeno) y de los efectos especiales caseros del "stop-motion", esta vuelta de tuerca a la heroica gesta del nieto de Acrisius desterrado cruelmente junto con su madre a la isla de Serifos. Cross manipula a su antojo el mito dando un protagonismo especial a Thetis (claro, la encarna Smith, su esposa) y Andromeda y creando a ese Calibos para la ocasión (se supone que reemplaza al original Fineo), y así Perseo y la hija de Casiopea están destinados a cruzarse por la voluntad inconsciente de los dioses y no el azar.
El joven Harry Hamlin, apasionado de la mitología, dio un rodaje infernal a los productores precisamente por las licencias que se tomaban con respecto al mito, quizás esa es la razón de que decidiera interpretar a Perseo con esa sosería y pesadez; pero sorprende aún más que para dirigir esta epopeya cuyas preciosas localizaciones abarcaron Malta, España e Inglaterra, escogieran a Desmond Davis, un tipo prolífico dentro del medio televisivo, adaptaciones de Shakespeare y responsable de melodramas de espíritu "free cinema"...cuando lo lógico habría sido alguien más experto en la aventura y las producciones de grandes presupuestos (Val Guest, John Guillermin o Kevin Connor).

Pero teniendo en cuenta que las secuencias donde priman los efectos especiales están dirigidas por Harryhausen, el film consigue un ritmo adecuado; se trata de esos instantes protagonizados por bestias increíbles, el corcel alado Pegaso (que jamás montó Perseo), el terrible Kraken (¿de dónde sale éste?, ¡si el monstruo que aterrorizaba el reino de Casiopea era Cetus!), los escorpiones gigantes o la mítica y violenta lucha contra Medusa dentro del tempo (que más de un dolor de cabeza dio a los productores). Una imaginería de ensueño que ante todo logra ganarse el apelativo de "entrañable".
Y es que resulta inevitable para "Furia de Titanes", con todo el despliegue de medios y la dedicación exhibidos, no despedir esa esencia del cine que se hacía dos y tres décadas antes. La culpa, además de ese ritmo que en ocasiones decae y un diseño de producción desfasado incluso para los '80 (o tal vez era cosa del propio género), recae sobre las actuaciones, bastante acartonadas, y los diálogos, que vuelven a ese cursi y grandilocuente melodramatismo tan propio del estilo añejo de la MGM (en especial las interacciones románticas entre Hamlin y una Judi Bowker con horchata en las venas). Tanto es así que pareciera que Davis, Harryhausen y Cross se burlaran de dichas influencias históricas.

Por ello este último impregna al film de una especie de levedad sutil, puramente británica, que lo hace todo menos crudo y oscuro y más llevadero para un público casi infantil, pese a que la mitología ni es leve ni cómica. Así, los diálogos de Perseo y su compañero Ammon (genial Burgess Meredith en un papel cliché (el anciano amigo del héroe) e inexistente en el mito; éste debería ser Dictis) destilan simpáticas dosis de humor, y los dioses, aun manejando a los humanos, literalmente, como marionetas, son representados cuales aristócratas caprichosos, algo pícaros, incluso a veces afables. No poco extraña resulta también la idea de que el héroe se cuele como si nada en la habitación de la princesa usando su casco de invisibilidad (¡!).
Lejos de estas pretensiones de hacer más "para todos los públicos" un mito tan lleno de giros del destino, criaturas temibles y fatales tragedias, es más satisfactorio quedarse con la parte fantástica: ese Kraken que más bien parece la versión gigante de la Cosa del pantano haciendo añicos el reino de Argos, el gentil Pegaso volando por encima de éste en el espectacular clímax filmado en los acantilados malteses de Gozo, esa espeluznante y viscosa Medusa lanzando flechas y convirtiendo en piedra a sus enemigos, o la imagen del horrendo barquero del río Styx.

Algo que a un servidor le caía en gracia cuando vio la película en su infancia pero que ya sólo queda como un estorbo es ese puñetero búho dorado que guía a Perseo y le da vueltas la cabeza, directa influencia de "Star Wars" (tratando Harryhausen de conseguir una combinación alada de R2-D2 y C3-PO).
La epopeya sale bien y es un éxito de público. El mago de los efectos, que aquí concluyó su longeva carrera, supo dotar de un ingrediente mágico a su obra, eso que la hace resistir el paso del tiempo contra las continuas innovaciones tecnológicas y del que por supuesto carece el cine de fantasía y aventuras actual: encanto.
Chris Jiménez
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