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Voto de Chris Jiménez:
4
Acción. Comedia. Thriller. Romance Tommy Nowak es un cazador de fugitivos que utiliza métodos muy originales para atrapar a sus víctimas. Su despreocupado tipo de vida da un giro de 180 grados cuando le encargan encontrar a una joven que, al verse involuntariamente implicada en un asunto muy turbio, decide huir con su hija de ocho meses en el Cadillac rosa de su marido. (FILMAFFINITY)
6 de julio de 2017
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Combinación que podría resultar ganadora: una chica preciosa, un duro y alegre cazador de fugitivos interpretado por Clint Eastwood, muchos dólares en juego y un precioso Cadillac rosa de 1.959.
¿Qué podría salir mal en esta aventura? Pues muchas cosas, por desgracia...

Puede costar creer por tratarse de un maestro de su talla, pero el sr. Eastwood no estaba atravesando una buena racha a finales de los '80, aunque todas sus películas (o por lo menos la gran mayoría), independientemente de la década que sean, guardan un encanto especial para nosotros. "El Sargento de Hierro" inicia este oscuro sendero, y no hallará la luz al final hasta la aparición de "Sin Perdón"; antes de rodar su particular visión de "La Reina de África" transmutándose en una figura nada disimulada de John Huston, Eastwood pasa por su ruptura oficial con Sondra Locke y por la muerte de uno de sus grandes mentores, Sergio Leone.
Quizás para huir de su lista de fracasos y estas turbulencias personales, se lanza a intentar un éxito en una comedia emulando el conseguido por "Duro de Pelar" y su secuela un decenio antes...y será la última vez que lo intente porque los resultados no fueron ni mucho menos los esperados. A partir de un guión de John Eskow (artífice de la posterior "Air America") el proyecto lo cubre el amigo Buddy Van Horne, quien ya le ha dirigido en la infumable última entrega de Harry Callahan, y si su pericia en la forma, la escenografía de la acción y la precisión narrativa ya demostraba ser un desastre en aquélla, en esta ocasión se supera a sí mismo, aunque al menos no se toma en serio como sí hacía "La Lista Negra".

Tampoco Eastwood. Coge a sus duros agentes de la ley y los parodia muy desenfadado en la piel del sarcástico y caradura Tom Nowak, que caza a los fugitivos cual forajido del salvaje Oeste; y este retorno a sus orígenes le permitirá volver a plantear una aventura que enlaza, en espíritu, con la citada "Duro de Pelar", "Thunderbolt & Lightfoot" o "El Aventurero de Medianoche". Esto es: el regreso a ese escenario tan nostálgico como es la Norteamérica profunda de las largas carreteras solitarias, los bares de suelos viscosos, los coches de época, los frondosos bosques, el "country" y las bandas peligrosas. Pero el gusto por recorrer esta tradición iconográfica se halla entre los ribetes de una especie de "thriller" difícil de catalogar.
En él, Lou Anne, la mujer de un descerebrado (Roy) que pertenece a una banda de locos pistoleros neo-nazis (o vaya usted a saber qué), roba su Cadillac (un precioso coche volverá a ser "macguffin", más significativo, en "Gran Torino") y con él 200.000 dólares que se suponen falsos. Teniendo en cuenta cómo el guión desarrolla los hechos (dejando que la casualidad actúe en lugar de la sagacidad de los personajes), más que a las películas con las que comparte sus elementos, "El Cadillac Rosa" remite al desenfreno de "Huida a Medianoche" (también con un cazador de fugitivos) y "Cobra" (grupo de tarados asesinos que se cree un ejército peligroso incluido) mientras suaviza la cínica aspereza y la extrema violencia de las otras "road movies" de parejas.

Como "La Huida" y "Ruta Suicida", y sin llegar a la vena dramática de "The Sugarland Express", si bien tenemos a otra madre desesperada y acorralada en busca de su criatura. La fuga, la cacería continua, el engaño y la farsa mueven esta trama donde Tom y Lou Ann, a la que "da vida" la buena cantante y pésima actriz Bernadette Peters (Eastwood no quiso a Barbra Streisand en "Ruta Suicida", ¿por qué pasaría por el aro esta vez?), deben colaborar si quieren sobrevivir. Pero no existe verdadera tensión en todo esto pues los enemigos no son feroces como quieren parecer ni los escollos a superar son tan difíciles, sobre todo si el guión va introduciendo a personajes auxiliares con los que ir avanzando (clama al Cielo el que encarna Geoffrey Lewis...).
Los elementos de la historia que han de confluir (el héroe, la mujer, los villanos) no lo hacen de un modo creíble, y tampoco existe una verdadera química entre los dos derrotados protagonistas (ni de casualidad la que compartían Shockley y Gus), y el mejor ejemplo para apreciar los kilómetros que separan al Tom de Eastwood y a la Lou Ann de Peters está en esos instantes en los que improvisan como pareja cazafugitivos, una de esas tantas secuencias de relleno sobrantes en ese metraje que casi llega a dos horas. Metraje que se alarga por la extraña manera de querer combinar humor alocado, violencia, algo de drama social y acción palomitera.

No juega en su favor el que la historia, conducida hacia ese obligatorio enfrentamiento final que no resuelve nada, sea completamente previsible aun apoyándose en la necesidad de improvisación de Tom, quien sin querer se convertirá en un héroe transparente al rechazar la tentativa de Alex a convertirse en un asesino igual que ellos (y aunque parezca mentira Eastwood nunca ha dado vida a héroes, ni en sus "westerns" ni en sus policíacos, ni mucho menos transparentes). Como una versión luminosa y amable de Shockley, Eastwood vuelve a revelar ese lado suyo tontorrón, entrañable y divertido que no encontramos mucho en su obra y que a menudo resulta un placer hacerlo.
Pese a sus buenas intenciones y contar con algunas presencias reconocibles como la de Bill Moseley, Timothy Carhart, Michael des Barres, Bryan Adams y ese joven Jim Carrey haciendo de sí mismo (y que ya había aparecido en "La Lista Negra"), "El Cadillac Rosa" se estampó como su coche, pero sin poder arrancar de nuevo. Tal castaña se dio que sigue invicta como la obra menos exitosa a todos los niveles (de taquilla y de crítica) en la carrera del actor/director, cuyo resultado se apreció al estrenarse compitiendo con la tercera entrega de las aventuras de Indiana Jones.

Un irregular y confuso "finale" para aquellos convulsos '80 convertido en pieza de museo (que no de culto) para los fans de aquél que daría paso a una década redentora y de mayor importancia...
Chris Jiménez
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