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Voto de Chris Jiménez:
4
Ciencia ficción La naciones de la tierra se unen ante el inminente ataque de unos invasores del espacio exterior. (FILMAFFINITY)
4 de agosto de 2022
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así son literalmente nombrados en la conferencia de las Naciones Unidas los nuevos invasores que planean hacerse con nuestro pequeño y bonito planeta azul.
Y es que para las fechas de 1.959 los seres de más allá del Espacio desarrollaron un gusto especial por invadirnos, al menos en el cine...

Mientras en EE.UU. llegaban gracias a Edward Cahn y sus "Invasores Invisibles", Herbert Green y su "Hombre Cósmico" o el maravillosísimo Ed Wood y sus seres inclasificables de "Plan 9 del Espacio Exterior", en territorio nipón la fiebre extraterrestre/espacial también seguía en alza. Dos años antes "Los Misterianos" marcó la primera colaboración de Ishiro Honda con Eiji Tsuburaya en un carísimo proyecto que terminó reportando unos beneficios enormes a Toho, a nivel nacional e internacional; pasó algún tiempo y tras algunos intentos de fantasía y ficción irregulares y dramas puntuales, al cineasta le es encargada una especie de pseudo-secuela de aquel éxito.
"Uchu Daisenso" recogerá bien el testigo al estar involucrado casi todo el mismo personal artístico y técnico, destacando aquí el director de efectos especiales, el ingeniero y piloto militar reciclado en guionista Jojiro Okami y cómo no el compositor Akira Ifukube. Honda empieza en pleno cosmos, con un ataque a una estación por parte de unos platillos volantes (tomados de "Los Misterianos" y que ya da pistas de las fuertes conexiones entre ambos títulos); espectaculares miniaturas, lásers, naves y acción y cuya factura técnica, teniendo en cuenta la época, no tiene que envidiar a una producción norteamericana.

Entonces bajamos a La Tierra y de alguna manera el libreto revisado por el incorregible Shinichi Sekizawa se dirige sin temor alguno a una precipitación de tropiezos sólo comprensibles si aceptamos el sinsentido como la base de esta historia, donde la amenaza alienígena se hace eco a través de unos ataques masivos a importantes ciudades. ¿La razón, si luego descubrimos que todo se trata de un plan de conquista?, ninguna; más eficaz habría sido una invasión sorpresa en masa que esas selectivas muestras de poder, pero en este tipo de films la destrucción gratuita mola y es lo que el público pide.
Suficiente para poner alerta a todas las naciones, reunidas en una cumbre en Japón. Curioso cómo Honda aboga de nuevo por la fraternidad y la unión mundial pero, al estilo americano, son los nipones quienes aparecen mejor preparados para repeler la amenaza, y recibirán no pocos aplausos del resto de líderes (de hecho, en un gesto idiota y muy práctico, todos los extranjeros hablan aquí en japonés); algo típico de la época, los natalianos controlan la mente de los humanos, pero el primer "esclavo mental" no es nipón, claro. Toda esta primera parte, además de avanzar a un ritmo soporífero, está plagada de incongruencias convertidas en deducciones arbitrarias e idioteces que parecieran escritas así adrede.

Sekizawa, como siempre, llena de baches inframentales el guión de Okami, el cual tal vez lucía más inteligente al principio; regresan por cierto personajes conocidos de "Los Misterianos", como la joven Etsuko y el doctor Adachi, aunque encarnados por otros actores (la primera fue Yumi Shirakawa y ahora es la espesa Kyoko Anzai; el otro era el gran Takashi Shimura y ahora es Koreya Senda); Harold Conway también aparece en otro papel y en lugar de al bueno Akihiko Hirata hemos de aguantar la presencia de Ryo Ikebe, impertérrito y tan aburrido como todo lo relatado en terreno terrestre.
El viaje interestelar, igualmente disparatado, parece compensarnos por instantes como la persecución en masa del manipulado doctor Ahmed, donde la seguridad policial es objeto de una mofa horrible, o la escena romántica entre Ichiro y Etsuko (prefiguración de la empalagosísima homóloga de "Armageddon"; ¿homenaje?). Lo que mejor podemos apreciar en "Uchu Daisenso" es lo bien amoldada que está al espíritu ingenuo y no poco panfletario de la ciencia-ficción de aquellos años, si bien el trabajo de Tsuburaya sigue manteniendo su atractivo (por entrañable y nostálgico, sobre todo).

Ingenua por cosas como llevar cascos de moto, que sólo a uno de los tripulantes le afecte la ausencia de gravedad (¿se supone que es comedia esto?), que los extraterrestres sean presentados como seres antropomórficos de baja estatura, capaces de reducir a la pobre Etsuko (¿se supone que es terror esto?...¿y qué puñetas pinta aquí ella?) o que dejen solo en esos dardos con cohetes a los que llaman "naves" al manipulado Iomura, sin vigilancia ni nada. Y pese a todo, Honda y Tsuburaya nos brindan (más gracias al segundo) un entretenimiento ilógico, sí, pero muy divertido.
Remata la faena el que durante el gran enfrentamiento contra los natalianos sólo dos ciudades son atacadas, y norteamericanas para más inri; los japoneses, a pesar de afrontar también cierta destrucción, se acaban llevando el mérito y otro aplauso (tras una escena un tanto cínica donde todas las naciones del Mundo se abrazan en un gesto de confraternización precioso...¿a quién pretende engañar Sekizawa?). No se salvan tampoco las actuaciones, tan acartonadas y falsas como los decorados, pero sí el trabajo de Tsuburaya, que regala a los fans una trepidante "space opera" con todos los yenes de los que dispone (y no fueron pocos).

Por supuesto la recaudación en taquilla no llegó ni a rozar la de "Los Misterianos" (y es que por no haber aquí no hay ni robot gigante...), pero sí obtuvo lo suficiente como para ser considerada un éxito para Toho.
Y de no creerse el colofón con los periodistas y los familiares entrando en la sala de control para felicitar a los protagonistas por su hazaña (¿qué control?, ¡si allí entra todo el mundo cuando quiere y sin previo aviso!). Ñoñería en su faceta más pánfila y menos creíble, al más puro estilo americano...
Chris Jiménez
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