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Voto de David Sánchez:
8
Drama. Romance Tal es una jovencita francesa que vive en Jerusalén con su familia. Tras la inmolación de un terrorista en un café del barrio donde vive, Tal escribe una carta a un palestino imaginario en la que le plantea preguntas y expresa su contundente rechazo al odio que hay entre los dos pueblos. Mete la carta en una botella y le pide a su hermano que la tire al mar cerca de Gaza, donde él cumple el servicio militar. Unas semanas más tarde, Tal ... [+]
29 de septiembre de 2012
23 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vi ayer esta película casi de casualidad. Me gustó, y me decidí a echarle un vistazo a las críticas. Me encuentro con una enredadera de opiniones casi tan complicada con la resolución del conflicto citado, imposible de resolver, bajo mi punto de vista. Leyendo a los entendidos, me da la sensación que no se puede opinar, filmar o debatir de este asunto si no se es un erudito del tema, con unos mínimos conocimientos de historia, política y economía. Y si se hace, como el amigo Thierry, uno se sube a la poltrona para ser lapidado, a lo talibán.
Venga por delante que no pertenezco a ninguna de estas etnias, y que dese mi punto ignorante de vista voy a hablar de la película que vi ayer, contrastada con lo poco que se. Y punto. La sabiduría para los sabios.
Me sentí cómodo con ella, desde el principio. Se ve con suma alegría dentro de la tristeza general de entorno, engancha fácilmente y con trazo suave sin espantar a los espectadores con la sangre y la carne. Pero la sangre y la carne están ahí, para quien sabe mirar: la primera escena, sólo con sonido y pantalla en negro ya nos enseña cual es la línea que la película va a seguir: la del sufrimiento velado, en las miradas, en el hastío de lo rostros y las vidas, en los sonidos abrumadores sobre los rostros aterrorizados, pero no en el de la sangre. Y a mi modo de ver, acierta.
En medio de la sensación nunca explícita pero siempre presente de que no hay nada que pueda hacerse para resolver el conflicto, la película se centra en el sufrimiento de las víctimas, las que no quieren la guerra pero se ven arrastrados por ella, en los que que pretenden ser enfrentados por fuerzas externas a ellos mismos y se niegan, en los que se preguntan porque tu y yo somos enemigos, si no nos conocemos. Los humanos, humanos son, y como tal sufren y gozan, y no pueden evitar tomar partido ante el dolor y la agonía. Para mi, la película habla sobre todo de cuánta fortaleza se necesita para mantenerse firme ante lo humano que tenemos dentro, cuándo se enfrenta a la barbarie que también forma parte de nosotros.
Naim y Tal lo intentan, cada uno a su manera. Naim y Tal luchan, lo mejor que saben o pueden, para quedarse quietos mientras todo el entorno quiere matarse, y preguntarse por el origen de tanta negrura. Son una luz en medio de una oscuridad abisal que dura ya 3000 años.
Varias escenas subliman al espectador que ve la película como lo que es. La última, en especial, me tocó a fondo, y me hizo pensar en cuántos cineastas necesitan un mundo de efectos para emocionar, y cuan fácilmente lo consigue Binisti en este film. Salí del cine pensando que había visto una gran película, y que mucha gente debería verla y disfrutarla como yo.
David Sánchez
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