Pocas series de televisión han marcado una generación como lo ha hecho Dragon Ball. ¿Quien no recuerda aquellos intercambios de cromos y fotocopias en el colegio? ¿Y esas ansias porque dieran el capítulo diario? Después estaba el típico, mas freaky aún, que se había comprado el último manga en Japonés antes que dieran en TV los capítulos correspondientes. En esos momentos, ese sujeto se convertía en un ser casi divino durante unos días. Cosas como estas son las que hacen especial a esta serie.

Dragon Ball lo tenía todo: aventura, humor, artes marciales, drama, espíritu de superación, espectacularidad, imaginación... Y lo mejor de todo, esa lucha eterna del bien contra el mal, que a todos nos hace aflorar sentimientos muy profundos. Impresionante el combate final entre Goku y Piccolo...

En Dragon Ball Z comenzó la ida de olla... La primera parte, hasta las aventuras en Namek, aun conservan la esencia DB, pero a medida que la serie avanzaba, la cosa se iba flipando hasta llegar a un punto paranoico. Todo y que va ganando en espectacularidad, pierde el resto de elementos que le daban ese misticismo especial. Los personajes muren y resucitan como churros, la destrucción de un planeta en un combate es algo trivial, introducen un huevo de capítulos "malos" de relleno que no salen en el manga, después de desintegrar a los enemigos estos se regeneran una y otra vez, el patrón argumental se repite sin cesar (se están acabando las ideas)...
Todo y así, sigue habiendo momentos memorables, como el primer combate entre Goku i Vegeta, la llegada de Trunks, la transformación de Son Gohan contra Celula, ...

Por último Bragon Ball GT no tiene nombre. Es un bodrio que no me parece justo incluirlo como parte de la serie. Se nota la nula involucración de Toriyama en esta parte. Son capítulos inventados por cuatro iluminados, que aprovechan el tirón de la serie para acabar de destrozarla con unas historias sin sentido y sin ningún tipo de emoción.

Todo y el declive progresivo de la serie, ha marcado una época y será recordada para siempre como algo grande. Para mi se merece un 10.