Siguiendo la corriente política y social del momento “Harry, el sucio” supuso un movimiento en favor de las víctimas de actos criminales de todas clases. Sin embargo en lugar de suponer un desahogo cotidiano para el público, hubo un gran sector de la crítica que no dudó en tachar al personaje de fascista por los métodos que emplea a lo largo de la película. Eso no impidió el éxito de un film que marcó un antes y un después en el carácter del policía rebelde que harto de la ineficacia del sistema toma iniciativas propias para combatir a los delincuentes. Estupendamente dirigida por Don Siegel, el film se basó en el asesino del “Zodiaco” (muy de moda ahora por la película de Fincher) y tiene como base argumental la de un francotirador que amenaza con matar indiscriminadamente sino se le paga una cuantiosa cifra de dinero. En este caso el asesino pasa a identificarse como Scorpio y fue magníficamente interpretado por el casi desconocido Andy Robinson. La película abrió un nuevo filón para justicieros de toda clase, encabezados por actores como Charles Bronson que en ningún momento pudieron igualar o hacer sombra al personaje interpretado por Eastwood, todo un icono del género ampliamente recordado por sus míticas frases (“Make my day” alégrame el día) y su corrosivo sentido del humor. La conclusión es que “Harry, el sucio” es un excelente film que quizás no pretendió llamar tanto la atención en cuanto a sus connotaciones activistas, que algunos se tomaron demasiado en serio y no supieron comprender que al fin y al cabo no se trataba más que de una película.