Rodada en su momento en formato 3-D algo que estuvo de moda fugazmente (recuerdo “Jaws 3-D” y el impacto que causó en mi adolescencia) es la única de la saga rodada en formato panorámico 2:35, combina los mismos elementos intentando modernizar un poco el género. A la altura de la 2ª parte, quizás por la continuidad de Miner en la dirección, que se limitó a respetar su criterio respecto al asesino, lo más llamativo es que Jason encuentra el símbolo que lo convertiría en un hito del cine de terror o para ser más exacto del slasher. Música electrónica de Manfredini aunque no renuncie “of course” a su tema central y tanto el entorno como el deslavado perfil de los protagonistas continúa siendo clonado, convirtiéndolos, pues en eso, carnaza para Jason que comienza a tomar cariño y perfeccionar su modo de operar con sus víctimas. Sigue manteniendo dignidad dentro de los límites razonables que uno espera, aunque el envejecimiento de estas películas queda patente para las nuevas generaciones, que apenas sentirán una pizca de terror en comparación de las producciones actuales (“Hostel”, “Saw”, “La matanza de Texas (2004)...) verán esta ochentera saga muy light y trillada.