Sin duda, una película que pudo ser más y se queda en mucho menos, debido principalmente a cómo afronta el director las diferentes tramas, todas unidas, que forman la historia. De la tragedia del vacío existencial y la desazón de la vida miserable y rutinaria de una familia, pasamos, sin trámite alguno, a situaciones y diálogos como mínimo absurdos, algunos con tintes cómicas y personajes que actúan sin ton ni son. Todo muy caótico, nada previsible, si bien la película se sigue con interés, el desarrollo va siendo cada vez más irreal hasta llegar a un punto de no retorno. Destacan sobre todo las localizaciones de una República Checa en la que se ve el rastro de tantas décadas de comunismo rancio y apenas se vislumbra el capitalismo rutilante que todos esperaban. Es por ahí por donde la película gana, lo mismo que con la actuación de las dos actrices protagonistas, contenidas, complejas. Cojea mucho, en cambio, en el lado de los actores a los que, en su descargo hay que decirlo, tienen unos personajes indefendibles.