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Voto de Luis Guillermo Cardona:
4
Comedia Cuando un actor, estrella de la televisión muere, los productores del programa de televisión deciden entrenar a un don nadie para convertirlo en una estrella televisiva. Pero el hombre al que eligen, un botones llamado Stanley, es incapaz de hacer nada bien... (FILMAFFINITY)
17 de mayo de 2018
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las personas de habla inglesa utilizan el término, the patsy (título original de esta película), para referirse a: el chivo expiatorio o el cabeza de turco, es decir, aquella persona que es utilizada para pagar por las responsabilidades ajenas o para complacer los egoístas intereses de otro(s). En tal sentido, el propósito de Jerry Lewis es evidente: vuelve a la carga contra la meca del cine –como ya lo había hecho en “The Errand Boy”-, pero esta vez con la intención de mostrar cómo se manipula a ciertas personas para crear el modelo que satisfará los mezquinos caprichos de los productores.

Todo comienza con la muerte del comediante estrella, Wally Brandford. Ahora, el equipo que rodeaba su carrera, ha quedado vacante y sin saber qué rumbo tomar. Es entonces que a alguien se le ocurre crear una nueva estrella que llene el hueco dejado por Brandford y, con tal motivo, cree que se necesitaría a alguien desconocido que pudiera moldearse desde cero. En esas, entra el botones del Hotel Hilton donde se celebra la reunión (¡Lewis, claro!) … y la historia se repite: él es el elegido.

Durante un largo y frustrante proceso, Stanley –que así se llama el nuevo pelele, como nuevo homenaje a su adorado Stan Laurel- parecerá no tener otra ambición que la de ser el jefe de botones del hotel y poco le suena ser una estrella de cine o algo por el estilo. Sin embargo, se presta a pasar por el peluquero, el modisto, el lustrabotas, el instructor de canto y baile… y todo lo que demanden aquellos empresarios que quieren verlo, a toda costa, convertido en su nuevo show-biz.

Lewis aprovechará todo este proceso para sus remembranzas fílmicas (“A Star is Born”, “The Band Wagon”…) y hasta para la autocomplacencia (“Cinderfella”, “The Nutty Professor”…), pero, muy poco o nada resulta divertido. Da la impresión de que la actitud de Lewis es tan íntimamente ácida frente a lo que pretende cuestionar que, el clown, luce desencantado y con muy poca gracia. Ni siquiera los jarrones que esperamos que rompa deliciosa y malvadamente, deja él que se caigan y nos frustra intencionadamente como si, de pronto, quisiera decirnos: ”No voy a ser más el payaso tonto que ustedes esperan”.

“JERRY CALAMIDAD”, resulta efectivamente calamitoso. Aquí, Lewis ha matado el humor. Duele ver a grandes actores como Peter Lorre, Everett Sloane, Keenan Wynn, John Carradine… y hasta el mismísimo George Raft, haciendo unos papelitos insignificantes, reducidos al punto de que Stanley-Lewis expresa con pedantería: “Yo soy la estrella y tengo que atenderlos”.

Y el final sorprende más aún, porque entonces uno se pregunta: ¿Era todo esto una farsa para hacerse el difícil?... ¿Quería mostrarnos que a él nadie lo hizo y que, lo que fue, era totalmente el resultado de su propia creatividad?... El keres con que tanto “asusta”, ¿era para mostrar lo triste que luciría el mundo sin él?

Como dijera Shakespeare: “Mucho ruido y pocas nueces”.

Título para Latinoamérica: “EL INGENUO”
Luis Guillermo Cardona
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